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Respuesta:
El Río de la Plata protagonizó el acontecimiento comercial más notable de toda
Hispanoamérica en estos años, debido al despegue espectacular de las exportaciones de cueros
destinados a abastecer no sólo las fábricas europeas de calzado, sino sobre todo los
requerimientos de las partes móviles de las máquinas de la primera fase de la revolución
industrial. Una evolución similar, pero a menor escala, se observó también en las regiones
ganaderas septentrionales de Nueva España.
En consecuencia, durante las últimas tres décadas del siglo XVIII se produjo un
considerable incremento de la producción agropecuaria latinoamericana, cuyo valor no tardó
en sobrepasar al de la minería. Por ejemplo, el comercio de Cuba que en 1770 requería apenas
5 ó 6 barcos, necesitaba 200 en 1778. La exportación de cueros de Buenos Aires pasó de 150
mil unidades anuales a 800 mil. Las ventas de café y cacao brasileño se septuplicaron entre
1798 y 1807, favorecidas por la neutralidad de Portugal en los conflictos europeos. En 1740,
222 barcos anclaron en el puerto de Veracruz, mientras que en 1790 lo hicieron 1500. Para
toda Hispanoamérica el valor total del comercio con España aumentó un 700% entre 1778 y
1788. Simultáneamente se registraba un extraordinario crecimiento demográfico -cerca del
50%-, que revirtió la tendencia negativa prevaleciente desde la conquista.
Todas estas transformaciones tuvieron, en consecuencia, sensibles modificaciones en la
composición clasista de la sociedad colonial, dominada hasta entonces por el exclusivo círculo
europeo de funcionarios, comerciantes monopolistas y grandes propietarios, el alto clero y los
terratenientes señoriales criollos, de economía natural y vinculados a mayorazgos. Ahora se
desarrollaron grupos sociales emergentes -mucho más ligados que los anteriores al comercio
exterior y al capital... en determinadas regiones litorales, ciudades y puertos como La Habana,
Caracas, Cap Francois, Río de Janeiro, Veracruz, Guayaquil y Buenos Aires, que denotaban la
presencia de ciertos elementos protoburgueses. A la vez se conformó una más diversificada
estructura agraria asociada a las particularidades regionales. De esta forma, en las áreas
ganaderas del Río de la Plata, de tardía colonización, la vieja economía autosuficiente de
haciendas enfeudadas que dominó el panorama latinoamericano en los dos primeros siglos
coloniales carecía de importancia -apenas existían mayorazgos-, situación bien diferente a las
zonas más pobladas de Mesoamérica o la parte andina. Una evolución similar a las regiones
ganaderas se produjo allí donde despuntaba la economía de plantación y, en menor medida, en
el norte de México y los llanos venezolanos.
El caso de Brasil en el siglo XVIII se caracterizó por el traslado de su zona nuclear del
nordeste al centro sur, en virtud del descubrimiento por los bandeirantes de fabulosos
yacimientos de oro y diamantes en Minas Gerais, que generó en derredor toda una serie de
actividades económicas colaterales. Este boom trajo consigo la expansión del poder
metropolitano, en detrimento de la tradicional autonomía administrativa y la relativa libertad
comercial de que hasta entonces disfrutaban los brasileños. Esa fue, precisamente, la tarea del
Marqués de Pombal, representante portugués de un "despotismo ilustrado" muy distinto en
cuanto a resultados de su contrapartida hispánica.
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