• Asignatura: Historia
  • Autor: giselamansillasoto
  • hace 2 años

Según el texto, ¿quién no se atrevía a competir con el hombre que toca la flauta celestial?
A. La oropéndola.
B. El hijo del Rey.
C. Los genios.
D. La alondra

El hombre que toca la flauta celestial
Hace muchísimos años, al pie de las montañas Cinco Dedos, vivía un hombre que tocaba
maravillosamente la flauta de bambú. Tan bien la tocaba que la oropéndola no se atrevía a competir
con él, el mirlo no entonaba tan bellas melodías y ni siquiera la alondra trinaba con tan rica sonoridad.
Cuando empezaba a tocar la flauta, los pájaros se detenían en pleno vuelo, los campesinos que
labraban la tierra, dejaban sus faenas; los ancianos se sentían rejuvenecer y los niños saltaban de
alegría… Y tan hermosa era su música que la gente creía que había bajado del cielo, por lo que le
apodaron “Hombre que toca la flauta celestial”.
Un día, el Rey-Dragón del Mar del Sur agasajó a las divinidades con un banquete en la playa. Ocho mil
genios con ricas ropas exóticas charlaban y gozaban bebiendo en torno del anfitrión, que llevaba un
hábito ceñido con un cinturón de jade. Y precisamente aquel mismo día de la fiesta, después de haber
andado diez días y diez noches, el “Hombre que toca la flauta celestial” llegó a la playa para pescar.
Tendió la red sobre el mar apacible, se sentó sobre una piedra limpia y lisa, y comenzó a tocar la flauta.
En ese mismo instante, cuando el Rey-Dragón levantaba la copa para brindar con sus huéspedes, oyó
un sonido tan maravilloso como nunca había creído oír. Todos y cada uno de los dioses se quedaron
en suspenso, incluso se olvidaron de las mesas repletas de manjares y dejaron caer sus copas de
jade. El hombre de la flauta no sabía ni podía imaginarse que, en aquel momento, tantas divinidades
estuvieran escuchando cómo tocaba su flauta. Y los dioses, por su parte, estaban persuadidos de que
quien así la tocaba sin duda debía de haber descendido del cielo superior al mundo humano.
Tanto le gustó al Rey-Dragón el sonido de aquella flauta que quiso encontrar al ejecutante para que
enseñara a su hijo a tocar el instrumento. Y, siguiendo la dirección de donde venía el sonido, halló al
hombre, el cual recogió su red, metió la flauta en su ancho cinturón y siguió al Rey-Dragón hasta su
palacio.
Ya habían pasado tres años y el hijo del Rey había aprendido a tocar la flauta de bambú, por lo que
el flautista, que añoraba mucho su familia y su pueblo, le rogó al padre que lo dejara volver a casa. El
Rey agradecido se lo concedió y le indicó a su hijo que acompañara al maestro para que escogiera
dos regalos —los que quisiera— del tesoro real. Había allí piedras preciosas rojas, amarillas, azules…
lingotes de oro resplandecientes, y centenares de miles de valiosísimos objetos. El flautista recorrió
detenidamente el salón del tesoro del Rey Dragón y, al ver una cesta cilíndrica hecha de tiras de
bambú, pensó: “Este utensilio me puede servir para guardarlos camarones y peces que pesque”. Lo
tomó y lo sujetó al cinturón. Después, en un armario, descubrió una capa para la lluvia y reflexionó:
“Con esta capa puedo ir a la playa a pescar incluso en días de lluvia y viento”. Y este fue el segundo y
último regalo que escogió.
Al salir de la sala del tesoro acompañado del hijo del Rey-Dragón, este, muy intrigado, le preguntó:
—¿Por qué has escogido estos objetos tan sencillos entre montones de oro y plata, perlas y piedras
preciosas?
El maestro le contestó con una sonrisa:
—El oro y las piedras preciosas se gastan y desaparecen. En cambio, con esta cesta de bambú y
la capa para la lluvia, puedo ir de pesca todos los días y, con los peces que pesque, nunca pasaré
hambre.
Pero cuando regresó a su casa y fue por vez primera a pescar, descubrió que aquellos dos regalos
eran realmente dos objetos maravillosos. Al volver de la pesca el cesto de bambú siempre rebosaba
de relucientes peces, y la capa, desplegada, lo llevaba volando hasta el Mar del Sur, al lugar de la
pesca.
De esta manera, con el cesto de bambú y la capa para la lluvia, llegó volando a las montañas Cinco
Dedos y,tan pronto como tocó su flauta, el sonido se extendió por el firmamento y el mundo entero
rebosó de júbilo y alegría.
Anónimo. El hombre que toca la flauta celestial

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Respuesta dada por: Wakabayashi098
0

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