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Desde su creación, el principio fundamental de la OIT es el reconocimiento de que todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo, tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades. Esto implica la misión de promover la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres.
La discriminación basada en género atenta contra los principios y derechos fundamentales del trabajo, los derechos humanos y la justicia social. Además, debilita el crecimiento económico y el óptimo funcionamiento de las empresas y los mercados de trabajo.
Al igual que otras regiones del mundo, América Latina y el Caribe afronta grandes retos para alcanzar la igualdad de género en el ámbito laboral. Las cifras lo ponen de manifiesto.