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•Los dieciocho que duró el exilio de Juan Domingo Perón revisten una densidad histórica propia y pueden dividirse en dos grandes fases. En la primera, entre 1955 y 1966, su discurso incluyó referencias a la insurrección general, a la resistencia individual y organizada e incluso a la lucha de clases. En buena medida, su discurso estuvo dirigido a contrarrestar las imágenes negativas sobre su figura, a analizar las causas de su derrocamiento y a destacar los alcances de sus políticas de gobierno.
•La segunda fase se inició en 1966, en concomitancia con el ascenso de una nueva dictadura en el país, la autodenominada Revolución Argentina; y con un proceso de modernización cultural y política que incluyó la emergencia de la llamada “nueva izquierda” y novedosas formas de contestación al orden, entre ellas, la lucha armada1. Suele afirmarse que en esa etapa se operó un giro a la izquierda en el pensamiento de Perón en virtud de su claro alineamiento al clima ideológico tercermundista que caracterizó el período a escala global.
•En su análisis de las relaciones entre Perón y los grupos del peronismo revolucionario (o del más amplio espectro de la izquierda peronista) durante esa etapa, María Matilde Ollier y Germán Gil afirman que la palabra del líder se caracterizó por la ambivalencia ideológica. Por ello, el posterior salto a la acción de los grupos armados habría significado una fuerte presión sobre su liderazgo2. Según Mariano Plotkin el pensamiento de Perón no sufrió reformulaciones ideológicas durante el exilio, y sus constantes referencias al tercer mundo y al socialismo solo habrían sido una adaptación con el fin de ganarse a los sectores de izquierda que veían en el peronismo una salida revolucionaria3. Para Silvia Sigal y Eliseo Verón Perón se aggiornó al nuevo contexto mundial y produjo un discurso ambiguo y dual que habría estimulado la “peronización” de los jóvenes de clase movilizados en pos de la revolución4. Estos trabajos interpretaron las relaciones de Perón con grupos o espacios de la izquierda peronista en general, sin distinguir entre experiencias ni focalizar en el caso específico de Montoneros, salvo (y solo en parte) el trabajo de Sigal y Verón.
• El presente artículo intenta realizar una contribución en este sentido. Procura reconstruir y elucidar los pronunciamientos de tintes izquierdistas de Perón entre 1967 y 1972 a la luz del contexto internacional y local, y su impacto en el pensamiento de la organización guerrillera Montoneros.
• Respecto de Montoneros, como sostuvo Carlos Altamirano hace más de veinte años, siguen siendo recurrentes los tópicos de la credibilidad y la impostura al analizar su adhesión al peronismo: ¿Fueron realmente peronistas? ¿Creyeron realmente en Perón? ¿Fueron socialistas?5 Sigal y Verón han optado por una fórmula que intermedia: el peronismo montonero habría sido una “combinación de creencia y mala fe”6. Richard Gillespie no dudó al afirmar que Montoneros creyó sinceramente en el revolucionarismo de Perón y que Perón los usó como estrategia de poder en el país a través de una “juiciosa política fríamente calculada”7. La visión que reduce los pronunciamientos tercermundistas de Perón una mera estrategia de poder es ampliamente compartida
• Según Julieta Pacheco entre 1970 y 1976 y a pesar de las alusiones al socialismo nacional, la organización tuvo un programa de carácter reformista de liberación nacional Para Javier Salcedo, la impronta marxista existió siempre en Montoneros y no experimentó cambios sustanciales, razón por la que el conflicto con Perón habría estado implícito desde el comienzo de las relaciones mutuas En el caso de Pacheco, el análisis busca evaluar el revolucionarismo montonero durante un lapso prolongado de tiempo, lo que conduce a atribuir al pensamiento de la organización una lógica y una coherencia distante del dinamismo que lo caracterizó. Salcedo, por su parte, recupera documentos previos al surgimiento de la organización a los que considera como un germen de su pensamiento, de forma tal que sus conclusiones también imprimen un efecto de coherencia y estabilidad a la cultura política montonera que impide percibir sus múltiples transformaciones.
•Las relaciones de Montoneros con la cultura política peronista han sido analizadas, aunque no en forma exhaustiva y a lo largo de sus años de existencia como grupo. A partir de mi tesis de doctorado, avanzo sobre una línea de investigación que busca mostrar la compleja, robusta y cambiante relación de Montoneros con esta tradición política y las diversas estaciones por las que atravesó. Así, el interrogante sobre la veracidad o no de su identidad peronista es dejado de lado para habilitar otro: ¿qué fue para los Montoneros el peronismo?
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Espero te ayude .(•‿•)