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OPINIÓN
PEF 2021: LA ECONOMÍA POCO IMPORTA, VIVA LA POLÍTICA
El panorama es poco alentador, se ve muy complicado que haya condiciones para pensar en una relación que promueva más gasto a inversión y menos a gasto corriente.
(Expansión) – Hay batallas que están pérdidas de antemano. Y ésta, desafortunadamente, es una de ellas. La decisión está tomada y punto. El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021, que en próximos días será aprobado por el Congreso, puede describirse bajo los siguientes términos: electorero, dispendioso, sin incentivos para contribuir a la reactivación económica.
La encendida crítica de los opositores a la llamada cuarta transformación se la llevará el viento y no habrá margen para realizar ajustes notables a la propuesta enviada por el Ejecutivo Federal en materia de gasto para el próximo año. 2020, que será recordado por la pesadilla llamada COVID-19, dará paso a 12 meses en los que Andrés Manuel López Obrador pretenderá consolidar su plan político mediante sus proyectos de infraestructura y cargando los dados en las elecciones del 6 de junio. La pandemia seguirá desafiando a la economía, no a la política.
El PEF 2021 está prácticamente planchado. Ya pueden darse por descontadas las partidas millonarias para Pemex, CFE, el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería de Dos Bocas. También, el financiamiento destinado a las elecciones intermedias. La vacuna contra el COVID-19 presionará las finanzas públicas, pero entre las múltiples preguntas por resolver está la suerte que seguirán los sistemas de salud y educación considerando que la pandemia seguirá con nosotros, al menos, hasta el primer trimestre del próximo año.
La batalla alrededor de los recursos públicos está pérdida. Pero el gran problema está en las consecuencias que podrían registrarse ante las decisiones tomadas en estos días. Al tiempo que el presidente se empeña en su estilo de gobierno, no es posible descartar que el caos en las finanzas públicas se intensificará, lo que nos puede llevar a una crisis de gobierno muy delicada, en la que perdamos todos. La relación ingreso-gasto puede no cuadrar.
Los Criterios de Política Económica 2021 proyectan un crecimiento de 4.6%, un precio promedio del petróleo de 42.1 dólares por barril, una inflación de 3%, un tipo de cambio de 22.1 pesos por dólar y un balance presupuestario (endeudamiento) de 718,193.4 mdp (mayor en 171,000 mdp al aprobado para 2020 y el más alto como proporción de PIB de los últimos 8 años). La falta de claridad y certidumbre hacia la inversión privada, así como el entorno recesivo mundial y el rebrote de la pandemia, ponen en duda estas proyecciones.
Se prevé un gasto total por 6,257,140 billones de pesos (bdp), cifra mayor en casi 200,000 mdp respecto a 2020. Pero algo llama la atención, algo incongruente con la narrativa oficial alrededor de la austeridad. Según cifras proporcionadas por Mario Di Constanzo, economista y ex presidente de la Condusef, el gasto en servicios personales será de 1.37 bdp, es decir 55,145 mdp mayor al PEF 2020 y el más alto en la historia. “Si a lo anterior se añade el resto del gasto de operación, se obtiene que el gasto corriente del gobierno será de 2.7 bdp, 59% del gasto programable; si incluimos el gasto en pensiones, aumenta hasta 80%”.
El panorama es poco alentador, se ve muy complicado que haya condiciones para pensar en una relación que promueva más gasto a inversión y menos a gasto corriente. La relación ha sido al revés y lo seguirá siendo.
Explicación:
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