¿Cómo España gobernó y perdió el mundo?

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Respuesta dada por: marina141582
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Respuesta: En 1898, hace exactamente cien años, España en el

contexto de una guerra internacional perdió tres de sus

últimos enclaves coloniales: Cuba, Puerto Rico y

Filipinas. Esa pérdida no fue la primera que España

tuvo en el Hemisferio. A comienzos de siglo, uno tras

otro y en el marco de un proceso complejo y ambiguo,

los espacios correspondientes a los Virreinatos de

Nueva España, Perú, Nueva Granada y el Río de la

Plata rompieron igualmente su vinculación colonial con

España, cerrándose de esa manera un proceso

trisecular abierto por Colón, Cortés y Pizarra. Pero

entre uno y otro desenlace hubo, por lo menos, dos

diferencias significativas. Por una parte, las guerras por

la emancipación de comienzos del siglo XIX fueron

fundamentalmente guerras civiles y cuyo estallido fue el

resultado del descoyuntamiento de la cabeza política

del Imperio Español. La crisis de fin de siglo, en

cambio, se dio en el contexto de una guerra colonial,

librada en un escenario internacional, y no la

consecuencia sino el inicio de una profunda crisis

política y social en España1

.

El análisis completo del proceso de emergencia y

crisis del conjunto del Imperio Español requeriría de

varios volúmenes, dada la extensión y la

heterogeneidad de cada una de sus partes. Pero ese

análisis es no obstante necesario si se quiere

singularizar la naturaleza del colapso final de 1898.

Este ensayo, por lo mismo, es una contribución a esa

comprensión, a partir del estudio tanto de los

mecanismos de control utilizados por España, como de

los procesos que provocaron la caducidad de ese

peculiar pacto colonial.

La noción de imperio que España compartía era

entendida como la soberanía absoluta de un solo

individuo, y en ese sentido era claramente tributaria de

la experiencia del Imperio Romano. Empezó con la

unión de Castilla y Aragón, a través del matrimonio de

Isabel y de Fernando en 1469. Mientras que Castilla

contó con una importante economía lanera, Aragón

era potencia en el Mediterráneo, donde ya controlaba

Sicilia y Cerdeña. A partir de esta alianza, nuevas

expansiones territoriales incluyeron el desalojo de los

moros de Granada, la incorporación de Navarra y de

Nàpoles. Sin embargo, la heterogeneidad existente

entre Castilla y Aragón era de tal naturaleza que la

hacía poco propicia a la consolidación de un Estado.

De hecho no se dio ni una moneda ni un sistema legal

y fiscal común, siendo la Inquisición la única institución

unitaria. Se trató más bien, como señala Anthony

Pagden2

, de una confederación de principalidades

vinculadas a través de la persona de un único

soberano.

Con el arribo de Carlos V al control del imperio, su

base territorial se expandió mucho más aún. Al

patrimonio personal de los Habsburgos se añadían

ahora el Franco Condado, Milán y los Países Bajos, en

Europa, mientras que en América eran conquistados

México y el Perú. En términos del gobierno, este

crecimiento del imperio hizo necesaria la delegación de

poderes, adicionándose dificultades a la unificación. Al

mismo tiempo, la derrota de la rebelión comunera en

1520-1521 eliminaba los restos de una constitución

contractual en Castilla. Ajuicio de Perry Anderson3

, esta

derrota militar de las ciudades, en lugar de las

rebeliones aristocráticas, como era la norma en la

Europa de ese tiempo, separaría la experiencia política

de la monarquía española de las demás.

La plata de Potosí y de México pese a que en

términos de ingreso representó sólo un 25% de las

rentas totales, fue no obstante crucial para las

aventuras bélicas de Carlos V en el teatro europeo. En

el sur sus logros fueron la supresión de la amenaza

turca, la subordinación de Italia y la intimidación del

Papado, mientras que en el norte los resultados fueron

más mezclados. La reforma no pudo ser erradicada de

Alemania, mientras que las cargas de la guerra

erosionaron la lealtad de los Países Bajos. Pese a eso,

incluso después de la división de los territorios de los

Habsburgos por Carlos V en 1556, la monarquía

española fue en Europa la unidad política más grande.

El imperio de Felipe II, durante toda la segunda mitad

del siglo XVI, continuó estas proezas bélicas: Lepanto,

en 1571, la incorporación de Portugal y la conquista de

las Filipinas, en el Pacífico. Pero en la Europa del

norte, España fue incapaz de doblegar la resistencia de

los Países Bajos, a la vez que fueron exitosamente

rechazadas las incursiones de su ejército en Francia e

Inglaterra.

Desde los comienzos del siglo XVII, con los

reinados de Felipe III y Felipe IV, y la de sus asesores

* Profesor del Departamento de Historia, Universidad Nacional

de Colombia.

1 Sebastián Balfour, El fin del Imperio Español, Barcelona,

Crítica Grijalbo Mondadori, 1997.

2 Anthony Pagden, Spanish Imperialism and the Political I

3 Perry Anderson, El Estado absolutista, México, Siglo XXI, 11a.

ed., 1990.

Explicación:

coronita plisss lee un poco y ya esta

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