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Creo que tu pregunta necesita una aclaración: la caridad, en su acepción original, consiste en amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Hoy se asigna ese término a una de sus muchas posibles manifestaciones, que es el dar limosna por lástima.
Las tres palabras están citadas juntas en el Nuevo Testamento y se refieren a una actitud del creyente centrada en Dios y no en el hombre: Fe es creer en las promesas de Dios aunque todo parezca contradecirlas; esperanza es lo que se espera, el cumplimiento de esas promesas; y caridad es tomar como escala de valores la escala de valores de Dios, que es la manera de amarlo: amar el bien, la justicia, la verdad; y aborrecer la injusticia y toda forma de mal.
Cuando por amor nos brindamos de alguna manera a nuestros semejantes, manifestamos uno de los aspectos de la caridad, porque expresamos el amor a las criaturas de Dios. La esperanza se la podremos dar de otra manera, testificando con nuestra vida y experiencia e invitándolos a compartir nuestra fe.
La esperanza resulta de la fe de una persona.
Ejercitando la caridad hacia alguien podremos alcanzarle bienes que necesite, pero la fe y la esperanza dependen de su actitud, y no de quien le brinda algo. No podemos dar esperanza ni fe a nadie, aunque sí podemos estimularlo a que las incorpore a su vida.
Si tomamos una expresión del Nuevo Testamento, como es este el caso, la sacamos de su contexto y la despojamos de todo elemento que permita saber qué quiso decir quien la escribió, creo que vamos por mal camino, porque perderemos de vista el sentido original. Saludos.
Hoy se asigna ese término a una de sus muchas posibles manifestaciones, que es el dar limosna por lástima.
Las tres palabras están citadas juntas en el Nuevo Testamento y se refieren a una actitud del creyente centrada en Dios y no en el hombre: Fe es creer en las promesas de Dios aunque todo parezca contradecirlas; esperanza es lo que se espera, el cumplimiento de esas promesas; y caridad es tomar como escala de valores la escala de valores de Dios, que es la manera de amarlo: amar el bien, la justicia, la verdad; y aborrecer la injusticia y toda forma de mal.
Cuando por amor nos brindamos de alguna manera a nuestros semejantes, manifestamos uno de los aspectos de la caridad, porque expresamos el amor a las criaturas de Dios. La esperanza se la podremos dar de otra manera, testificando con nuestra vida y experiencia e invitándolos a compartir nuestra fe.
La esperanza resulta de la fe de una persona.
Ejercitando la caridad hacia alguien podremos alcanzarle bienes que necesite, pero la fe y la esperanza dependen de su actitud, y no de quien le brinda algo. No podemos dar esperanza ni fe a nadie, aunque sí podemos estimularlo a que las incorpore a su vida.
Si tomamos una expresión del Nuevo Testamento, como es este el caso, la sacamos de su contexto y la despojamos de todo elemento que permita saber qué quiso decir quien la escribió, creo que vamos por mal camino, porque perderemos de vista el sentido original. Saludos.
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