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¿Qué es la COVID-19?
La COVID-19 es la enfermedad causada por el nuevo coronavirus conocido como SARS-CoV-2. La OMS tuvo noticia por primera vez de la existencia de este nuevo virus el 31 de diciembre de 2019, al ser informada de un grupo de casos de «neumonía vírica» que se habían declarado en Wuhan (República Popular China).
Los síntomas más habituales de la COVID-19 son:
Fiebre
Tos seca
Cansancio
Otros síntomas menos frecuentes y que pueden afectan a algunos pacientes:
Pérdida del gusto o el olfato
Congestión nasal
Conjuntivitis (enrojecimiento ocular)
Dolor de garganta
Dolor de cabeza
Dolores musculares o articulares
Diferentes tipos de erupciones cutáneas
Náuseas o vómitos
Diarrea
Escalofríos o vértigo
Entre los síntomas de un cuadro grave de la COVID-19 se incluyen:
Disnea (dificultad respiratoria)
Pérdida de apetito
Confusión
Dolor u opresión persistente en el pecho
Temperatura alta (por encima de los 38° C)
Otros síntomas menos frecuentes:
Irritabilidad
Merma de la conciencia (a veces asociada a convulsiones)
Ansiedad
Depresión
Trastornos del sueño
Complicaciones neurológicas más graves y raras, como accidentes cerebrovasculares, inflamación del cerebro, estado delirante y lesiones neurales.
Las personas de cualquier edad que tengan fiebre o tos y además respiren con dificultad, sientan dolor u opresión en el pecho o tengan dificultades para hablar o moverse deben solicitar atención médica inmediatamente. De ser posible, llame con antelación a su dispensador de atención de salud, al teléfono de asistencia o al centro de salud para que puedan indicarle el dispensario adecuado.
¿Tiene la COVID-19 efectos a largo plazo?
Algunas personas que han padecido la COVID-19, tanto si han necesitado atención hospitalaria como si no, siguen experimentando síntomas, entre ellos fatiga y diversos síntomas respiratorios y neurológicos.
En la OMS estamos trabajando con nuestra Red técnica mundial para la gestión clínica de la COVID-19, así como con investigadores y grupos de pacientes de todo el mundo, para diseñar y llevar a cabo estudios que vayan más allá del estadio inicial agudo de la enfermedad, con el fin de determinar el porcentaje de pacientes que sufren efectos a largo plazo, el tiempo que persisten y la razón por la que se producen. Estos estudios se utilizarán para desarrollar nuevas orientaciones de cara a la atención de los pacientes.