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En Mateo, la parábola de los talentos se ubica a continuación de la parábola de las diez vírgenes, y forma parte de un largo discurso que tiene por eje principal el tema de la vigilancia con motivo del juicio final.[4] El significado de la parábola de los talentos ha sido largamente debatido, particularmente en referencia a lo que la parábola pudo criticar cuando fue pronunciada durante el ministerio de Jesús.[5] Sin embargo, la enseñanza fundamental en el marco del cristianismo es clara: que Dios confía sus dones o talentos a los hombres con la obligación de que los desarrollen, que espera una respuesta fructífera por parte de cada hombre,[4] y que la inactividad —por miedo,[6] exceso de precaución o cobardía,[7] pereza, o simple omisión consciente[8]— en hacer rendir los talentos recibidos es criticada por el propio Jesús.[9]