Respuestas
Respuesta:
El relato maravilloso tradicional, comúnmente conocido como “cuento de
hadas”, es un tópico que más allá de la polémica sobre su pertenencia o no al
repertorio literario de la infancia, tiene otros aspectos indiscutiblemente
estimulantes en el ámbito actual de la creación y crítica de libros y programas
para niños. Si nos preguntamos acerca de la difusión casi universal de estos
cuentos, sobre su arraigo de siglos, o su receptividad entre públicos tan
heterogéneos como la humanidad misma, nos encontraremos con una
respuesta que tal vez constituya la clave del problema: la presencia –
manifiesta o tácita– de las versiones míticas de las hadas en un sector enorme
de la producción cultural de nuestros días. Nos referimos a lo “cultural” en
sentido amplio, como producción simbólica de las sociedades, incluyendo a
niños y adultos, a grandes obras de arte y formas masivas del “kitch”, a
religiones y metafísicas así como, a “jingles” publicitarios y telenovelas.
Revisemos primero los elementos de ficción que dan forma a ese
universo cerrado y mítico que es el cuento de hadas: edificado sobre la idea de
hado (del griego “fatum”: destino, azar, fatalidad), éste se traduce en la
estructura de los relatos: los comienzos siempre desventurados del héroe y los
finales invariablemente felices. El encadenamiento de los sucesos tiene una
frecuencia, una secuencialidad y una lógica necesaria e infalible, p.e.: el ritmo
ternario de los cuentos que se manifiesta fundamentalmente en las tres
empresas de dificultad creciente que se imponen al protagonista. Todas estas
recurrencias temáticas y formales permitieron postular a los precursores e
iniciadores del estructuralismo, las primeras hipótesis sobre la existencia de un
principio organizativo invariante en todo relato. Se sugería así la posibilidad de
leer cualquier discurso narrativo como infinitas variaciones ideológicas y
estéticas de un mismo esquema canónico: la historia ejemplar o el “sentido de
la vida”, subyacente en todos los cuentos del mundo: el héroe, luego de
aceptar su misión se somete a una prueba que le permite probar o adquirir
cualidades –prueba cualificante– para emprender una búsqueda que termina
con el logro del objeto de valor buscado –prueba decisiva– luego de lo cual es
reconocido y glorificado como héroe –prueba glorificante–. He aquí el impulso
que el estudio del cuento maravilloso dio a las modernas semióticas y a las
corrientes críticas postestructuralistas.
La presencia del hado tiene implicaciones en el modelo de héroe quien
avanza rectilínea y mecánicamente hacia una meta segura.
El tiempo de estos relatos es legendario y ahistórico. El espacio es
mítico (bosque, cabañas, palacios). No hay descripciones detalladas, todo se
presenta con valor de estereotipo. En pocas líneas pasan enormes cantidades
de años, pero es un tiempo cronológico que tiene poco peso en relación con las
vivencias de los personajes; se trata más bien de un tiempo “transcurrido” que
* La autora es licenciada en letras, profesora de la Escuela de Letras de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad de Córdoba, e investigadora del CONICOR.
“vivido”, necesario para la inserción de la magia que convierte en instantáneas
las empresas o acciones que insumirán mucho tiempo.
Desde el punto de vista de los personajes, éstos se presentan como
arquetipos y no como personas. Su origen, características y actuaciones son
siempre exageradas. Encarnan virtudes o defectos superlativos, carentes de
matiz: odio, amor, venganza, unilateralizan las acciones. El amor tiene un
tratamiento artificial en cuanto a la inexistencia de enamoramiento:
contingencias tales como la belleza física o las jerarquías sociales o un hecho
trivial como el morder una misma manzana son suficientes para establecer o
romper un vínculo amoroso. Muchos matrimonios concertados por el rey
suegro o el donante mágico (una anciana o un animal) destilan más
indiferencia que amor. El aspecto sobresaliente de la afectividad de estos
personajes es el deseo, siempre satisfecho por la magia. No hay esfuerzo para
vencer las dificultades. Esto también se advierte en la dimensión social del
cuento maravilloso: el trabajo y el mérito personal son desvirtuados por la
magia y el azar que resuelven caprichosamente todos los problemas. Aparece
una sociedad rígida y estratificada, con diferencias sociales tan extremas como
Explicación: