La niña iba a cumplir pronto nueve años. Su abuelo le había enseñado toda clase de cosas útiles: sabla cuidar las cabras tan bien como cualquiera, y Blanquita y Diana seguíanla por todas partes como perritos, balando de alegría cuando oían su voz. (...) Una hermosa mañana de marzo (...), al franquear de nuevo el umbral de la puerta, la niña se halló de pronto frente a un anciano señor que iba vestido de negro y que la miraba con mucha seriedad. Aquel señor era nada menos que el viejo sacerdote de Dorffi, que conocía al abuelo de Heidi desde hacía muchísimo tiempo. El sacerdote entró resuelto en la cabaña, fue en directo hacia el viejo abuelo y le dijo cordialmente -Buenos días, amigo. El abuelo, muy sorprendido, levantó la cabeza, que tenia inclinada sobre su labor, y se puso en pie diciendo: -Buenos días, señor cura. Haga el favor de tomar asiento si es que no desdeña un taburete de madera -añadió ofreciéndoselo al visitante. -He venido para hablarle -continuó el visitante-. Me parece que debe adivinar lo que me trae aquí. Espero que lleguemos a entendernos fácilmente si quiere decirme cuáles son sus intenciones respecto a...
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ESTA VISITA Y CONVERSACION
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ESPERO TE SIRVA
tatiananino79:
y arriba ay otra que es la misma pregunta
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