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Respuesta:La actual contaminación acústica afecta sobre todo a las ciudades, pero no son las únicas. Según el Servicio de Parque Nacionales de Estados Unidos, el impacto ambiental de la contaminación acústica se produce también por sus efectos en la vida salvaje.
La elección de un hábitat por parte de los animales depende, y mucho, de los ruidos que se producen en él. Si un animal no puede tolerar el ruido del entorno, no tolerará ninguna de sus condiciones. Eso hace que la contaminación acústica de vehículos, fábricas, talado de árboles o turismo altere el delicado equilibrio de los ecosistemas salvajes.
Si los animales en los escalones más bajos de la pirámide alimentaria huyen, tras ellos se marchan sus depredadores. Si son los depredadores los que se ven afectados por la contaminación acústica, sus presas empiezan a crecer fuera de control. Eso empieza a afectar también a la flora, cambiando por completo paisajes y zonas.
Es por eso que las iniciativas de ecoturismo, de las que te hemos hablado en Enérgya-VM, están en auge, a fin de conservar el equilibrio de la biodiversidad.
Los efectos nocivos en la contaminación acústica no se limitan solo a la tierra. El mar también se ve afectado y se ha demostrado cómo el ruido de barcos y naves afecta gravemente a orcas, ballenas y delfines.
Estas dependen mucho de la emisión de ondas, y la alta frecuencia de las embarcaciones distorsiona su capacidad de comunicarse, reproducirse o encontrar alimento. De hecho, se ha descubierto que los sonares militares pueden ser responsables de la muerte de un gran número animales de estas especies.
A su vez, la contaminación acústica perturba patrones de reproducción, amamantamiento y se ha identificado como un contribuyente a la extinción de las especies.
No solo eso, las plantas también pueden verse afectadas por la contaminación acústica, que interfiere en los ciclos de polinización y expansión de semillas.