Cuales son las causas de la independencia de Guayaquil y Samborondón?
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Durante la época de la Independencia varios hijos samborondeños participaron en la causa libertaria, entre ellos se destaca al sargento Isidro Pavón y Valarezo, en la noche del 9 de Octubre de 1820. Asimismo la historia reconoce los méritos de los Romero y del que llegó a teniente coronel, Juan de Layana y Duarte, según se detalla en el libro del presbítero.
“El eco de la Revolución de Octubre retumbó en todos los rincones de la patria, y los jóvenes criollos, que organizaron las primeras tropas para intentar dar la independencia a Quito, llevaron a los pueblos del interior nuevos alientos y esperanzas.
“El ejemplo de Guayaquil fue seguido inmediatamente: El 10 de octubre plegó Samborondón; luego, Daule, el 11 y Baba, el 12; siguieron después Jipijapa y Naranjal, el 15; Portoviejo, el 18 y Montecristi, el 23...”, se detalla en las páginas 39 y 40 del libro Historia de Guayaquil de los autores Melvin Hoyos Galarza y Efrén Avilés Pino.
El recinto Buijo Histórico fue punto estratégico para la independencia, pues ahí el libertador Simón Bolívar instaló el Cuartel General, y el 27 de junio de 1829 se firma el Tratado de Buijo, con el que se dieron hechos históricos como la suspensión de las hostilidades en la ciudad de Guayaquil.
En la actualidad
Hasta 1968, desde La Puntilla hasta el km 10, colindando con La Aurora, solo existían dos haciendas. Una era El Tornero, perteneciente a las familias Gómez Ycaza y Gómez Lince, que terminaba en el km 6 junto al estero de la hacienda Batán, propiedad de la familia Santistevan. Ambas dedicadas a la ganadería y al sembrío de arroz.
Han pasado 193 años de aquella independencia y Samborondón se convirtió en uno de los principales cantones en desarrollar la industria arrocera, que es el principal motor económico de muchas familias dedicadas a esta actividad.
La alfarería es otra de las actividades que perduran en el cantón y que es reconocida por las vasijas, ollas, maceteros y adornos elaborados con barro.
Antes se llegaba a Samborondón en lancha, en un viaje que tomaba hasta tres horas sobre el río Babahoyo. El alcalde del cantón, José Yúnez, manifiesta que una de las obras importantes que impulsaron el desarrollo de Samborondón fue la construcción del Puente de la Unidad Nacional hace 44 años.
El puente cambió por completo la vida de los samborondeños. En esta obra participó Ramón Fernández, uno de los primeros habitantes del sector. “En 1968 tuve la oportunidad como subcontratista de la empresa italiana COFIT, contratada por el Gobierno para la construcción del puente, en hacer los rellenos y la bases para los accesos a Durán y La Puntilla”, cuenta.
Asegura que fue el primero en cruzar el actual Puente de la Unidad Nacional cuando se terminó su construcción, en 1970. “Fue una experiencia inolvidable, pues era una obra monumental para todo el Ecuador y que significaba la conexión de Guayaquil con el país”.
A partir de esta obra comenzaron los primeros planes para edificar ciudadelas como Entre Ríos y La Puntilla. Sin embargo, en aquel tiempo resultaba difícil que la gente considerara a Samborondón como un lugar de residencia.
“Fue muy difícil convencer a los guayaquileños que vengan a vivir a Samborondón, pues teníamos que pagar peaje en las casetas instaladas en el puente. La zona era desconocida y llena de esteros y tierras bajas, que en los inviernos reproducía una gran cantidad de mosquitos, no había tiendas ni supermercados para comprar lo más indispensable, ni teléfonos. En los primeros quince años dependíamos de Guayaquil”, recuerda Fernández.
Uno de los tesoros que aún mantienen y cuidan los samborondeños es el antiguo Palacio Municipal, casa que fue de propiedad de Francisco Jiménez Viteri, construida en 1911 y que fue habitada hasta 1917 por su dueño y su familia; y hasta 1924 por sus herederos. Es la única edificación de carácter patrimonial que conserva el cantón.
Desde que Samborondón se cantonizó, en 1955, el Municipio utilizó ese edificio como su sede, siendo el primer alcalde del cantón, Miguel Yúnez Zagía. Actualmente, luego de su reestructuración en el 2009, el inmueble es utilizado como centro cultural.
Beneficio para el pueblo
Fue a finales de los noventa cuando la parroquia satelital La Puntilla (2005) contaba con escuelas y colegios, servicios básicos, y las promotoras comenzaron con los proyectos urbanísticos privados.
Ahora son muchos los guayaquileños que han vendido sus casas para optar por Samborondón como su residencia, y es este plus el que ha ayudado a la economía del cantón, explica Yúnez.
María Leonor Jiménez coincide en que el desarrollo del cantón fue debido a que las empresas privadas comenzaron a construir las urbanizaciones en La Puntilla.
“Esa producción tributaria de todas esas urbanizaciones ha servido para desarrollar lo que es el pueblo en beneficios para la gente como alcantarillado, agua potable y otras obras”, puntualiza.