• Asignatura: Castellano
  • Autor: nicolvelasques157
  • hace 2 años

QUE RIMAS HAY EN EL PROLOGO DE TIERRA DE PROMISION

Respuestas

Respuesta dada por: leogab5518
1

Respuesta:

Prólogo

Soy un grávido río, y a la luz meridiana

ruedo bajo los ámbitos reflejando el paisaje;

y en el hondo murmullo de mi audaz oleaje

se oye la voz solemne de la selva lejana.

Flota el sol entre el nimbo de mi espuma liviana;

y peinando en los vientos el sonoro plumaje,

en las tardes un águila triunfadora y salvaje

vuela sobre mis tumbos encendidos en grana.

Turbio de pesadumbre y anchuroso y profundo,

al pasar ante el monte que en las nubes descuella

con mi trueno espumante sus contornos inundo;

y después, remansado bajo plácidas frondas,

purifico mis aguas esperando una estrella

que vendrá de los cielos a bogar en mis ondas.

2: IV

La selva de anchas cúpulas, al sinfónico giro

de los vientos, preludia sus grandiosos maitines;

y al gemir de dos ramas como finos violines

lanza la móvil fronda su profundo suspiro.

Mansas voces se arrullan en oculto retiro;

los cañales conciertan moribundos flautines,

y al mecerse del cámbulo florecido en carmines

entra por las marañas una luz de zafiro.

Curvada en el espasmo musical, la palmera

vibra sus abanicos en el aura ligera;

mas de pronto un gran trémolo de orquestados concentos

¡rompe las vainilleras!… y con grave arrogancia,

el follaje embriagado con su propia fragancia,

como un león, revuelve la melena en los vientos.

XV

Sordo vuelo de abejas resplandece en la copa

del follaje, agobiado por el boa sombrío;

y meciendo las ramas, con procaz vocerío

se desbandan los monos en elástica tropa.

De la fértil mimbrera que los lindes arropa

gruesos gajos desgránanse cual sonoro rocío;

y en su busca, saliendo de las quiebras del río,

gruñidora manada por la selva galopa.

Coruscantes los ojos y la cola rastrera,

un jaguar convulsivo tras los troncos espera

replegando los nervios de la zarpa brillante;

y con súbito golpe, bajo el salto violento,

hace presa, y al trueno del rugido triunfante

corre sobre los montes hondo estremecimiento.

 

Segunda parte

 

II

En un bloque saliente de la audaz cordillera

el cóndor soberano los jaguares devora;

y olvidando la presa, las alturas explora

con sus ojos de un vivo resplandor de lumbrera.

Entre locos planetas ha girado en la esfera;

vencedor de los vientos, lo abrillanta la aurora,

y al llenar el espacio con su cauda sonora

quema el sol los encajes de su heroica gorguera.

Recordando en la roca los silencios supremos,

se levanta al empuje colosal de sus remos;

zumban ráfagas sordas en las nubes distantes,

y violando el misterio que en el éter se encierra,

llega al sol, y al tenderle los plumones triunfantes,

va corriendo una sombra sobre toda la tierra.

 

VIII

Destacada en un cielo de turbia lontananza,

con taciturno porte, sobre el peñón sombrío,

un águila perínclita se envilece de hastío,

enamorada ilusa de un sol que no se alcanza.

Ella, que ayer mantuvo con los vientos su alianza,

sabe que todo vuelo sólo encuentra el vacío;

y enferma de horizontes, triste de poderío,

busca en la paz el último sueño de venturanza.

Ante el astro que muere nublando el hemisferio,

siente el heroico impulso de rescatar su imperio;

mas otra vez con grave cansancio de grandeza

el ala perezosa sobre la garra estira,

e irremediablemente desconsolada mira

que en el azul tedioso la oscuridad bosteza.

 

Tercera parte

 

III

Atropellados, por la pampa suelta,

los raudos potros, en febril disputa,

hacen silbar sobre la sorda ruta

los huracanes en su crin revuelta.

Atrás dejando la llanura envuelta

en polvo, alargan la cerviz enjuta,

y a su carrera retumbante y bruta,

cimbran los pindos y la palma esbelta.

Ya cuando cruzan el austral peñasco,

vibra un relincho por las altas rocas;

entonces paran el triunfante casco,

resoplan, roncos, ante el sol violento,

y alzando en grupo las cabezas locas

oyen llegar el retrasado viento.

 

XXVI

Cubre el silencio la bruñida arena

que el ancho cauce al horizonte explaya;

y allá en las selvas de azulina raya

sube un cantar bajo la luna llena.

Mientras la linfa su rumor serena,

al par que el astro, la canción desmaya;

y dulcemente en la brumosa playa

se inunda el aire de ignorada pena.

Junto al reflejo que la hoguera enciende,

están los bogas con atento oído;

¡nadie escuchó lo que la noche entiende!

Todos me ven con estupor, y en tanto

que no perciben ni el menor ruido,

sigue en mi absorto corazón el canto.

Explicación:

coronita y corazon por fa

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