Cuál es el inicio, el nudo y el desenlace.
Señor cura: le pido por el amor de Dios que diga tres misas lo más pronto que pueda
por el alma de María Luisa N. Desgraciadamente no traje dinero para pagar los
derechos, pero si usted es tan bondadoso, podría enviar luego la cuenta a mi casa.
Tenga la bondad de anotar la dirección.
Así hablaba en la rectoría de una parroquia bogotana una señorita de porte
distinguido, arrebujada en finísima mantilla española. En sus palabras había tal poder
de convicción y tal ademán de ruego que el señor cura le respondió bondadosamente:
-- Tengo mucho gusto señorita; no se preocupe por los derechos del arancel, pues
desde mañana comenzaré a decirlas, y ¿cuál es su intención?. Ya le dije, señor cura,
por el alma de María Luisa N. El párroco anotó en su libro la dirección y el nombre
de la beneficiaria de las tres misas. Pasaron varias semanas y nadie volvió a donde el
complaciente sacerdote. Un día, al revisar sus apuntes encontró el de la devota dama
de las tres misas. Anotó la dirección y esa tarde golpeó en la casa del apunte. Un
señor muy amable lo hizo pasar al salón de recibo.
–Usted me perdonará, caballero, mi venida es ocasionada por la petición de una
señorita que hace unos meses estuvo en el despacho parroquial a solicitarme que
dijera tres misas. Como dijo que no llevaba dinero, me indicó que en esta casa
pagarían los derechos y ella misma me hizo anotar la dirección de aquí. –Es extraño,
señor cura, porque aquí no vive ninguna señorita, replicó el señor visitado. Entonces
el sacerdote, medio amostazado y dando excusas se levantó, se despidió y se dispuso
a salir. Pero en esos momentos sus ojos se posaron en un retrato que había en la
pared frontera. Extendiendo su brazo para mostrarlo dijo: --¡Es ella! Ella fue la que
estuvo en mi despacho. --¿Cómo? ¿Ella? --Si señor, la misma! --Pero señor cura,
ella era mi hermana, que murió hace como veinte años y se llamaba María Luisa. –
Exactamente, si señor. ¡Ella fue la que estuvo en mi despacho, la que asistió
diariamente a las tres misas y quien me pidió que le dijera las tres misas por el alma
de María Luisa!.”
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