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Respuesta:
Las autoridades sanitarias están advirtiendo que la evolución de la epidemia de coronavirus dependerá de forma crucial del comportamiento individual responsable de todos nosotros. El comportamiento de los seres humanos ante una epidemia, como la actual de Covid-19, tiende a ser “irracional”, no sólo en la acepción común del término, sino también en el sentido que otorgan los economistas a la irracionalidad, enfrentando la economía tradicional a la economía del comportamiento (“Behavioral Economics”). Si se fijan, los tres temas principales, provenientes de la Psicología, que ha incorporado la economía del comportamiento al estudio de las decisiones económicas (en sentido amplio) están presentes en la actual crisis epidemiológica:
- Los resultados son inciertos. A día de hoy desconocemos, por ejemplo, muchos aspectos del origen y de la evolución de la epidemia, la efectividad de las medidas de contención implementadas, la posibilidad de que exista una vacuna en un futuro cercano o cómo nuestro comportamiento individual (y colectivo) afecta realmente a la probabilidad de contagio. Ante la existencia de incertidumbre, la heterogeneidad en la actitud individual ante el riesgo dificulta el que nos coordinemos en las mejores medidas preventivas, el que sigamos las recomendaciones de las autoridades y favorece el que entremos en pánico, colapsando sin necesidad los centros médicos y desabasteciendo de recursos sanitarios a los que realmente los necesitan. Un problema adicional, que ya señalé en este post, es nuestra limitada capacidad cognitiva para comprender las probabilidades de eventos inciertos, más aún si se trata de eventos de probabilidad muy baja, lo que complica enormemente el proceso de informar de una manera no sólo precisa, sino también comprensible, sobre los riesgos a los que nos enfrentamos.
- Nos importa más el presente que el futuro. Al igual que otros comportamientos saludables difíciles de conseguir, como el hacer dieta o empezar a hacer ejercicio, una de las mayores dificultades para incentivar el comportamiento preventivo de la población ante un epidemia, se encuentra en que el coste de la prevención (aumentar la higiene, evitar acudir a eventos multitudinarios, hacer cuarentena ante la sospecha de infección, no colpasar urgencias por síntomas breves, no malgastar las mascarillas disponibles y necesarias para enfermos y profesionales sanitario) lo pagamos ahora, mientras que los posibles (inciertos) beneficios sólo los “disfrutamos” en el futuro... con el peligro adicional de que los síntomas por infección no se manifiestan hasta tiempo después de haber tenido un comportamiento contraproducente.
- No internalizamos los beneficios de nuestro comportamiento sobre los demás. El comportamiento preventivo ante una epidemia tiene un componente de bien público importante: el coste individual de tomar medidas preventivas (como declarar el haber estado en una zona de riesgo, cancelar un evento o no desabastecer los supermercados con compras exageradas) es superior para nosotros que el beneficio que obtenemos de ello. Cuando cada individuo no tiene incentivos individuales a comportarse de forma que favorezca al colectivo, la extensión de la epidemia nos perjudica a todos. Lograr incorporar la responsabilidad individual para frenar la expansión de una enfermedad colectiva es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos estos días. De forma similar, debemos potenciar y resaltar los comportamientos solidarios (estudiantes sin clase ofreciéndose a cuidar de ancianos y niños, profesionales médicos no aprovechando las tensiones de estos días para reevindicar condiciones laborales sino arrimando el hombro...), frente a otros menos saludables (saqueos en supermercados, robos de mascarillas...) puesto que tendemos a imitar el comportamiento de los demás.
Respuesta:
Las autoridades sanitarias están advirtiendo que la evolución de la epidemia de coronavirus dependerá de forma crucial del comportamiento individual responsable de todos nosotros. El comportamiento de los seres humanos ante una epidemia, como la actual de Covid-19, tiende a ser “irracional”, no sólo en la acepción común del término, sino también en el sentido que otorgan los economistas a la irracionalidad, enfrentando la economía tradicional a la economía del comportamiento.
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