¿Cómo sería nuestro mundo si todos obedeciéramos la voluntad de Dios y las leyes de la sociedad?
Respuestas
Respuesta:
Todo debería y podría ser mejor a lo que vivimos hoy en día.
Explicación:
hacer la Voluntad de Dios es una elección libre y voluntaria de la persona, de actuar conforme a la Voluntad Divina donándose a sí mismo a la causa de Dios, al igual que Dios en la persona de Jesucristo se donó libre y totalmente a nosotros para nuestra Salvación.
Debemos obedecer a Dios de buena voluntad
¿Qué importancia tiene el obedecer de buena voluntad en lugar de hacerlo de mala gana?
A los maestros: Usted puede fomentar que los miembros de la clase o de la familia piensen más a fondo la respuesta de una pregunta si les da tiempo para meditar. Después de darles suficiente tiempo, pídales que respondan.
Cuando Jesús estuvo en la tierra, un intérprete de la ley le preguntó:
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?
“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
“Éste es el primero y grande mandamiento.
“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
“De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36–40).
De estos pasajes de las Escrituras aprendemos cuán importante es amar al Señor y a nuestro prójimo; pero, ¿cómo demostramos amor por el Señor?
Jesús respondió a esa pregunta cuando dijo: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre…” (Juan 14:21).
Cada uno de nosotros debería preguntarse por qué obedece los mandamientos de Dios. ¿Es porque tenemos miedo al castigo? ¿Es porque deseamos las recompensas de vivir una vida recta? ¿Es porque amamos a Dios y a Jesucristo y deseamos servirlos?
Es mejor obedecer los mandamientos por miedo al castigo que no obedecerlos; sin embargo, seríamos mucho más felices si obedeciéramos a Dios porque le amamos y deseamos obedecerle. Cuando le obedecemos libremente, Él también nos puede bendecir libremente. Él dijo: “…Yo, el Señor… me deleito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin” (D. y C. 76:5). La obediencia también nos sirve para progresar y para ser más semejantes a nuestro Padre Celestial; pero quienes no hacen nada hasta que se les manda y luego guardan los mandamientos de mala voluntad, pierden su recompensa (véase D. y C. 58:26–29).
¿Cómo podemos aumentar nuestro deseo de obedecer?
Podemos obedecer aun cuando no comprendamos el porqué
¿Por qué no siempre tenemos que entender los propósitos del Señor a fin de ser obedientes?
Por medio de la obediencia a los mandamientos de Dios nos preparamos para la vida eterna y la exaltación. Algunas veces no sabemos la razón por la que se nos da un mandamiento en particular; sin embargo, demostramos nuestra fe y confianza en Dios cuando lo obedecemos a pesar de no entender la razón.
A Adán y a Eva se les mandó ofrecer sacrificios a Dios. Un día se le apareció un ángel a Adán y le preguntó por qué ofrecía sacrificios y Adán le respondió que no sabía cuál era la razón, que lo hacía porque el Señor se lo había mandado. (Véase Moisés 5:5–6 y la ilustración que se encuentra en este capítulo).
Entonces el ángel le enseñó el Evangelio a Adán y le habló acerca del Salvador que habría de venir. El Espíritu Santo descendió sobre Adán y éste profetizó acerca de los habitantes de la tierra hasta la última generación. (Véase Moisés 5:9–10; D. y C. 107:56). Debido a su obediencia, Adán recibió ese conocimiento y grandes bendiciones.