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Un buen planteamiento rigió el concierto inaugural de estas Jornadas de Piano, en el que cada obra tuvo su interés en su existencia independiente, articulándose un programa con equilibrio entre las partes que no rebajó la atención en su desarrollo. Habiendo una ruptura temporal -lógica en interpretación de obras diferenciadas-, no la hubo en la continuidad, en la que no encontró espacio la dispersión. Un concierto con obras de repertorio podría haber caído en la inercia de lo pasajero, pero no fue así. Desde el comienzo la orquesta asumió el interés por el detalle, por ejemplo, en el inicio, con unos soberbios metales en el comienzo de «Finlandia op. 26» de Sibelius, especialmente notorio con un empaste en las trompas modélico. Conti, dirigiendo de memoria, como lo haría con la sinfonía en la segunda parte, contribuyó con su impulso para el desarrollo de una acción musical expansiva, como la música del propio Sibelius. Quizás el único aspecto más endeble para la escucha de la interpretación redonda de esta obra, y casi siempre en casi todas y no sólo de esta orquesta, es recurrente, es la cierta debilidad de la cuerda en los «tutti» orquestales de mayor intensidad dinámica. Posibles soluciones. La más cara, aumento de los efectivos. Nada realista en los tiempos que corren por oneroso. Debemos conformarnos con los medios a nuestro alcance y sacarles el mayor partido posible -otras orquestas locales se están quedando en chasis y tienden a desaparecer, ojo-. Sin coste económico pero más «traumática» sería la reestructuración de algunos componentes que forman la cuerda. Nos cuesta lo mismo un violín bueno que otro mejor, es cuestión de planteamiento artístico y de funcionamiento interno. Un director tendría que -para ejercer verdaderamente su cargo como máximo responsable musical que es- tener las manos libres para cada equis años poder escuchar individualmente a los componentes de su orquesta y también a nuevos aspirantes. Pero no parece la solución «políticamente correcta», y quizá no sería bien recibida por el corporativismo. Un remedio inocuo, y gratuito, es conocer al dedillo la peculiar acústica del Auditorio, aumentar un grado la dinámica en la cuerda al mismo tiempo que se controla la sonoridad de metales, por ejemplo, en no pocos pasajes, y estudiar la mejor disposición y colocación de la orquesta en la sala.
Espero Haberte ayudado
Dame Coronita Porfaaaa
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