Cuál es la relación entre el nacionalismo, la nostalgia y la identidad?

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Respuesta dada por: jostanzam7
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Pero necesitamos referimos al todo, que también depende de las partes, algunas de las cuáles -como el cerebro humano- alcanzan una cierta aproximación suya, un cierto conocimiento del todo, quizá a modo de sinécdoque. Lo que nunca cabe es un conocimiento total del todo. Ahora bien, entre esa realidad en expansión y el conocimiento posible para el entendimiento humano media un abismo insalvable. El pretendido saber absoluto no puede estar sino absolutamente errado sobre sí mismo.

En astrofísica, la última observación publicada sobre una protogalaxia de los remotos confines del cosmos representa el conocimiento más actual de lo más lejano y más antiguo. Nos llega ahora noticia de fenómenos que ocurrieron hace trece o catorce mil millones de años. La constante de la velocidad de la luz impone un desmentido al clásico ideal científico laplaciano, de obtener una información total del estado del mundo en un momento dado de un tiempo absoluto. El conocimiento simultáneo del todo está vetado por la propia naturaleza física del todo, y no ya solo por las limitaciones estructurales del cerebro y la mente humana.

El ineluctable desfase entre conocimiento y realidad viene impuesto físicamente por constantes cosmológicas, como la de la velocidad de la luz, antes que por los constreñimientos de nuestro aparato cognitivo. Como es obvio, sería una vana ilusión hacer astrofísica simplemente mirando al firmamento y contemplando las típicas constelaciones. Incurriría en una fatal equivocación quien intentara hacer ciencia a partir de la idea común y aparentemente evidente de «constelación». Pues ésta responde a una captación de nuestra mirada desde la Tierra, que agrupa según las apariencias visibles unos puntos luminosos que, en realidad, corresponden a estrellas y galaxias de sistemas astronómicos heteróclitos.

Por ejemplo, la constelación de Escorpión incluye un lucero que, contra lo que parece, no es una estrella, sino nada menos que el cúmulo M4, compuesto por más de 100.000 estrellas y situado a 7.200 años luz de la Tierra. Por eso, la idea de «constelación» no es científica ni explica nada. Aquello que observamos ingenuamente debe ser explicado desde otros supuestos teóricos, con otros conceptos y modelos, los propios de la ciencia astrofísica. Pues bien, de manera similar, no se puede hacer antropología a partir de nociones como la de «etnia».

Pues tal idea no se corresponde con la existencia social de algo así como «etnosistemas» , salvo como percepciones subjetivas y lastradas con sobrecarga ideológica. Sólo como tales percepciones ilusorias o imaginarias pueden estudiarse, pero para acabar descubriendo que no está en ellas, sino en otro lado, la verdadera descripción o explicación de lo que los estereotipos étnicos encubren. Nociones como la de constelación celeste, la teoría del éter o la del flogisto, el geocentrismo, el principio vital, la clasificación racial humana, o la identidad étnica pertenecen, todas ellas, a la lista de los desenfoques y errores teóricos que no admiten el menor crédito, por mucho que algunas de tales nociones consigan todavía hacer fortuna entre la deplorable credulidad de tantísima gente. Surge una complejidad de la realidad que postula el desarrollo de una mayor criticidad y complejidad del pensamiento.

Seguir pensando no ya desde las apariencias, sino incluso conforme al paradigma de la ciencia clásica y al de la filosofía académica consonante con él nos dejará cada día más desfasados. En percibir el carácter evolutivo, el carácter sistémico, el carácter ecológico, el carácter abierto e inconcluso de cuanto acontece. Así, de lo físico a lo biológico, de la hominización a la historia sociocultural, todo está en evolución, quizá no heraclítea, pero ciertamente darwiniana, marxiana, hubbleana... El universo y cuanto lo puebla tienen una historia que contarnos, millones de millones de historias interminables. No cabe imaginar nada tan rapsódico como la existencia de una partícula elemental, si es que es simple, si es que puede existir sola... De los torbellinos cosmogenésicos, que jamás han cesado hasta hoy, resultan estructuras, que se integran como componentes de otras estructuras envolventes, que a su vez sirven de partes a otros todos, tramas o redes más complejos.

Todo cuanto existe tiene estructura, es porque ha adquirido estructura, o sea, constituye un sistema de algún tipo y nivel. Todo es sistema de sistemas de sistemas... con seguridad en sentidos heterogéneos. En adelante, es imprescindible entenderlo todo como sistema de alguna clase y como relación entre sistemas. Sistema en evolución y relaciones en evolución, claro.

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