Respuestas
–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:
–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete."
—capítulo octavo del Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
Explicación:
En su obsesión por encontrar nuevas aventuras como las que él ha leido miles de veces en los libros de caballería que le han hecho enloquecer, Don Quijote cree ver gigantes en los molinos de vientos y, pese a las llamadas a la prudencia de Sancho, se lanza a todo galope contra uno de los molinos.
En la embestida el caballero no sale bien parado, pues “dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo”. Ante los reproches de Sancho, Don Quijote acusa de su desfortuna al sabio Frestón, el mismo que le robó los libros de caballería y el aposento donde los guardaba (los primeros expurgados y dados a la hoguera y el segundo tapiado por su ama y su sobrina) .
El pasaje ha pasado a la historia de la literatura y la psicología como símbolo de lo “quijotesco”, es decir, de la lucha de los hombres contra enemigos imaginarios o la defensa de una idea o una actitud de vida más allá de la razón y el sentido común.
(Sacado de una página de Internet, resumido. )
Respuesta:
ok
Explicación:
Aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.