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cumpliendo tus DEVERES...en ambos ámbitos
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1. Democracia política y democracia social
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CIDN) es un conjunto de
normas que pueden realizarse sólo en una sociedad democrática y que buscan,
precisamente, afianzar las prácticas democráticas. Pero la Convención no reclama sólo
la democratización del Estado y de la política, sino también de la sociedad en su
conjunto y de la familia. Toca la puerta de la vida pública y también de la privada.
El tema que ahora nos convoca, la participación infantil, es quizás el aspecto que con
mayor fuerza y nitidez nos obliga a entender el ejercicio de los derechos del niño2
como
un asunto relativo a la profundización de la democracia. Por tanto, no es conveniente
proseguir en el análisis de la participación infantil, sin antes referirnos brevemente al
problema de la democracia en nuestro país que, visualizamos en una doble dimensión:
la democracia política y la democracia social.
Tenemos una democracia política débil, formal, discontinua y restringida. El poder
político y el económico está fuertemente concentrado y sus prácticas son excluyentes y
corruptas.
2. El escenario: la familia y la escuela
En el clima sociocultural marcadamente anti ciudadano que hemos descrito, nos
preguntamos, ¿qué papel juegan la familia y la escuela? Nuestra respuesta es categórica:
la escuela y la familia no producen ciudadanos, producen clientes y parientes. La
escuela no trata a los niños como ciudadanos y por tanto no les enseña a serlo. La
escuela produce clientes porque trata a los niños y sus familias como tales. Esto ocurre
tanto en el ámbito específico de las escuelas como del sistema educativo en general.
Otro tanto sucede con las familias: socializan a los niños sin respeto al otro (a menos
que sea pariente) y sin considerar a la ley como reguladora de la convivencia social (a
menos que me convenga o pueda utilizarla).
Estos enunciados deber ser tomados como provocación e inspiración inicial. No es
nuestra intención desacreditar a la familia y a la escuela como formadores de ciudadanía
y ámbitos de ejercicio de derechos. Por el contrario, tratamos de indicar el punto en que
estas instituciones sociales se encuentran respecto de esas tareas. Es necesario
profundizar este debate para enriquecer su contenido. Nos preocupa, por ejemplo, las
diversas manifestaciones que este clima sociocultural tiene en función de algunas
variables de contexto.
Los niños de las clases altas, por ejemplo, son impulsados por la familia y la escuela,
desde temprana edad, a comportarse como si sólo tuvieran derechos y ninguna
obligación. Sin embargo, cada día aumenta la cantidad de niños que crecen en un
ambiente de abandono emocional. El trato prepotente de los adolescentes y jóvenes de
este estrato, nos evidencia que, tratándose de cultura democrática y valores ciudadanos,
la situación socioeconómica no es una variable que influye positivamente. También nos
recuerda que, precisamente, esos chicos serán los líderes de los partidos políticos, los
dueños de las empresas, los gobernantes del país. Descuidar su educación en
ciudadanía, sería, no sólo una ligereza, sino una equivocación.
Los niños de familias pobres urbanas, por el contrario, viven desde pequeños con una
sobrecarga de obligaciones. El trabajo infanto-juvenil es, quizás, la expresión más
emblemática de esta situación. De otro lado, la "ley del menor esfuerzo", no sólo es
difundida ampliamente en las escuelas públicas, sino activamente reforzada con el
ejemplo de los maestros. Tanto en la familia como en la escuela, se alienta la solución
de los conflictos entre los varones mediante otra ley muy difundida; la del más fuerte.
Entre los indígenas, la noción del niño como sujeto de derechos es extraña. Los niños se
hacen "personas" (es decir, opinan y participan) cuando han aprendido las actividades
tradicionales de sus padres y comunidades (la agricultura, la pesca, la artesanía, etc.),
cuando se casan y cuando son capaces de mantenerse por sí mismos. Hay comunidades etc
en las cuales el nacimiento de un niño es visto con regocijo sólo si se trata de un varón6