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El noveno mandamiento de la Ley de Dios nos manda que seamos puros y castos en pensamientos y deseos. Estos pensamientos y deseos impuros son pecado cuando la voluntad se complace en ellos, aunque no se realice el acto impuro; pero no son pecado cuando la voluntad no los consiente y procura rechazarlos.
Gonzalezcamposhannas:
GRACIAS
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no consentirás pensamientos ni deseos impuros
suerte
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