• Asignatura: Religión
  • Autor: mariacamilarico
  • hace 9 años

¿Cuales son los testimonios de la vida de abraham, moises, david, samuel y jeremias?

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Respuestas

Respuesta dada por: gigiola2017
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Años después, Dios quiso probar la obediencia de Abraham y le mandó que le ofreciera en sacrificio a Isaac. El patriarca aceptó el mandato, pero en el último momento Dios le eximió de tan dura carga. Al morir Sara, Abraham compró un sepulcro en la cueva de Macpela, en Hebrón, y allí la sepultó. En esa misma tumba fue enterrado él cuando murió, a los 175 años de edad.Abraham y su hijo, Isaac, así como el hijo de éste, Jacob, son tenidos por patriarcas. Jacob, que además recibió el nombre de Israel, tuvo doce hijos que llegaron a ser patriarcas de las tribus de Israel. Y, según la Biblia, esta familia creció y se convirtió en una gran nación. Abraham constituye una parte muy importante de la historia bíblica de la salvación y es considerado el padre del judaísmo. Tanto por parte de la religión judía como de la cristiana es considerado el depositario de la bendición para todos los pueblos. El judaísmo lo ha considerado siempre como un modelo de hombre justo y ha alabado su vida mediante numerosas tradiciones. En las épocas oscuras de la historia de Israel, los profetas hebraicos siempre intentaron devolver
Respuesta dada por: gister
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Respuesta:

Samuel, profeta del Antiguo Testamento

Hijo de Elcana y de Ana, Samuel nació en respuesta a las oraciones de su madre (1 Sam. 1). Desde niño quedó bajo el cuidado de Elí, sumo sacerdote del tabernáculo de Silo (1 Sam. 2:11; 3:1). Todavía siendo niño, el Señor llamó a Samuel como profeta (1 Sam. 3). Después de la muerte de Elí, llegó a ser el gran profeta y juez de Israel, quien restauró la ley, el orden y la adoración religiosa en la tierra (1 Sam. 4:15–18; 7:3–17).

En 1 Sam. 28:5–20 se encuentra un relato en el que se cuenta de una aparición posmortal de Samuel por medio de la adivina de Endor, a solicitud de Saúl. Sin embargo, no pudo haber sido una visión de Dios, porque ninguna adivina, ni ningún otro médium, puede hacer que aparezca un profeta a petición suya.

PRIMER Y SEGUNDO LIBROS DE SAMUEL

En algunas biblias, los libros de Primer y Segundo Samuel constituyen uno solo; y en otras, son dos. Los dos libros cubren un período de aproximadamente 130 años, desde el nacimiento de Samuel hasta poco antes de la muerte del rey David.

PRIMER LIBRO DE SAMUEL

En los capítulos del 1 al 3, se relata que Jehová maldijo y castigó a la familia de Elí y en cambio llamó a Samuel como sumo sacerdote y juez. En los capítulos del 4 al 6, se relata la forma en que el arca del convenio cayó en manos de los filisteos. En los capítulos 7 y 8, se encuentran las amonestaciones de Samuel en cuanto a tener dioses falsos y un rey inicuo. En los capítulos del 9 al 15, se describen la coronación y el reinado de Saúl. En los capítulos del 16 al 31, se relata la historia de David y cómo obtuvo el poder: Samuel ungió a David, que había matado a Goliat. Saúl odiaba a David, pero David rehusó matar a Saúl aunque tuvo la oportunidad de hacerlo.

SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL

Este libro contiene un relato detallado del reinado de David como rey de Judá y finalmente de todo Israel. En los capítulos del 1 al 4, se habla de la larga lucha entre los seguidores de David, después que fue coronado por Judá, y los seguidores de Saúl. En los capítulos del 5 al 10, se hace saber que David llegó a ser poderoso sobre muchas tierras. En los capítulos del 11 al 21, se relata que la fuerza espiritual de David disminuía debido a sus pecados y a la rebelión dentro de su propia familia. En los capítulos del 22 al 24, se describen los esfuerzos de David por reconciliarse con el Señor.

Abraham, el padre de los creyentes y la piedra angular de las tres grandes religiones monoteístas, no era el patriarca bíblico, sino el faraón Akenaton. Y Moisés no era, como cuenta la Biblia, hijo de «un hombre y una mujer de la tribu de Leví», sino un general egipcio, seguidor de la religión de Abraham.

(Un pensamiento sobre Génesis 18–23). Cuando el Señor mandó a Abraham que sacrificara a su hijo, Isaac, fue “una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito” (Jacob 4:5), es decir, un símbolo de la expiación de Jesucristo que se llevaría a efecto muchos años más tarde.

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