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La principal riqueza de un país es su capital humano y si ese capital humano se encuentra dañado, el país no tiene futuro. Los 60 millones de niños de América Latina que tienen sus necesidades básicas insatisfechas, serán un pesado lastre para que estos países despeguen.
Si continúa el nivel de deterioro nutricional y desde el Estado no se profundizan políticas para aminorar estas carencias, las nuevas generaciones de argentinos estarán compuestas, en gran parte, por personas sin herramientas para desenvolverse, no podrán servirse a sí mismos y tampoco podrán servir a los demás.
Por lo tanto, es muy fácil de concluir que el atraso crónico en el que se encuentra nuestro país, no encontrará tierra fértil para ser cultivada, y si no sembramos hoy, no esperemos cosechar mañana.
Es necesario que el Estado tome decisiones urgentes. El problema gravísimo de la desnutrición, nos puede llevar a niveles aún más bajos de los que actualmente se ven en Argentina y América Latina.
Es un problema que se debe abordar ya, porque tanto la mujer embarazada como el niño desnutrido no pueden esperar, cada día que pasa se produce un daño cerebral más en la mente de ese niño, cada día que pasa sumamos muertes a causa de la desnutrición, cada día que pasa nos alejamos más de la posibilidad de revertir esta situación y de vislumbrar un futuro con intelectos sanos, que puedan sacar al país de la decadencia en que se encuentra.