Necesito un cuento con lo siguiente

1 Que sea de ficción y que tenga características a la ves del realismo mágico osea una mezcla de realidad y fantasía

2 Sea de largo como para poder llenar una página de un cuaderno

3 Que sea inventado porfavor

Respuestas

Respuesta dada por: Shiriken
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Respuesta:

¡Hola! Espero que te ayude

Tuvimos un primer ademán, casi imperceptible, de sorpresa y de recelo. Era como si hubiésemos preferido pasar inadvertidos. Pero debimos desechar esta fácil solución. Hacía varios meses que no nos veíamos y nos dimos la mano en ese vértice de la recova de Plaza Once. En un instante, pude observar detalladamente a Alejandro Aguilera. Se veía pálido bajo las poderosas luces. Torcía ligeramente la boca al hablar.

Y yo no podía escucharle bien. Pensaba en nuestra amistad. A veces dejamos que se rompan los lazas de una vieja amistad, y éste es el síntoma seguro de que comenzamos a renegar de nosotros mismos. Nunca faltan los pretextos. En este caso fueron determinadas y enconadas discusiones políticas. Una forma como cualquier otra de comprobar nuestra debilidad. Dejamos de vernos.

Y allí estaba otra vez con mi viejo amigo Alejandro. Reaccioné para captar el sentido de su conversación. Contaba cosas de su vida, respondiendo, quizá, a alguna pregunta convencional que le formulé.

-... también puedo decir que estoy de paso, ya que en mi nuevo oficio...

-¿Tenés una nueva ocupación? -le interrumpí, con el doble fin de mostrar interés y de afirmarme en la conversación.

-Sí. Una vez más cambié de oficio.

-¿Y ahora cuál es? ¿Con mangas de lustrina o de hormiga del intelecto, como ser monaguillo del Libro Mayor o corrector de pruebas?

-Nada de eso. El uniforme es el .que sigue: cuello duro, traje bien cortado, pero empolvado por el camino; el gesto despreocupado; y la rísa y la charla fáciles. Esta sociedad que algunos insensatos pretenden trastornar, está tan extraordinariamente organizada, que anoto pedidos y cobro mis comisiones con sólo llevar en mi carpeta etiquetas de vino y envases vacíos de yerba. No es necesarío que el comerciante observe la yerba ni pruebe el vino: es suficiente que contemple los colores firmes y vivos de las etiquetas. ¿No es esto un real avance en la marcha de los siglos, un evidente premio al ciego empecinamiento humano?

Recorro una provincia y una gobernación. Después las vuelvo a atravesar. Los pueblos son parecidos, sus calles llevan los mísmos nombres. Únicamente varíanlos hoteles: los hay regulares y pésimos. ¿Valía la pena que corriese tanta sangre para convertir un hermoso desierto en una llanura tan progresista y apagada?

-¿Y qué "dice la gente por allá?

-Hablan de cotizaciones y barajan posibilidades de hacer dinero. Sueñan con la ciudad. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Lo mismo hago yo cuando me encuentro en el campo.

Se detuvo un instante. Parecía medir algo. Entonces, dominado no sé por qué impulso, le dije: - Cuando hablabas de viajar y viajar, ¿te acordás?, tenías la seguridad (le llegar a ser un trotamundos. Y te encuentro ahora convertido en un trotaprovincias.

-Hago lo que puedo -me respondió tristemente-

Además, ahora todo me da lo mismo. Esa tristeza contradecía la suficiencia que barruntaba en sus palabras anteriores. Me sentí conmovido.

¡Y yo, que comenzaba a enrostrarle su fracaso, con esa crueldad que sólo puede gastar otro fracasado! etc...

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