¿De qué trata el caso de Marco?​

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Respuesta dada por: juanmanuelortizdel28
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Marco Antonio Sánchez Flores, de 17 años, desapareció el pasado 23 de enero después de ser arrestado por policías al norte de la Ciudad de México. Reapareció cinco días después: golpeado, con otra ropa y a 30 kilómetros de donde fue detenido. México todavía se pregunta qué pasó y mientras avanzan las investigaciones, la desconfianza en los relatos oficiales y extraoficiales crece. El joven, el único que puede contestar a la mayoría de las interrogantes, sigue hospitalizado y "perdido", según sus familiares.

A la espera de lo que se averigüe en los tribunales, el "juicio mediático" ha llegado a un punto muerto. Y mientras el caso se resuelve a cuentagotas, México se mira en el espejo de sus peores problemas. Algunos medios ponen el dedo en la llaga de la falta de confianza hacia la policía y las instituciones, en un país en el que las detenciones anómalas, la corrupción y la criminalización de las víctimas están normalizadas. Otros colocan la presión sobre el adolescente y su familia en torno a rasgos de su personalidad que pudieron haber agravado su desaparición. En las sombras de los rumores y el cruce de acusaciones, el reflejo del caos se ha vuelto incómodo. Los ecos de esas dudas, sin embargo, todavía retumban en el hospital donde sigue internado el estudiante; en la Procuraduría de la Ciudad de México, donde aún se construye el expediente del caso, y en la prepa 8, donde ya se fraguan nuevas protestas para esta semana.

El caso ha sido confuso y caótico desde el principio. Durante las primeras 120 horas y en un país de más de 32.000 desaparecidos, la desaparición del Marco Antonio Sánchez pasó de ser un punto en la oscuridad a noticia de interés nacional. En los siguientes cinco días, la discusión era otra. Una parte de los medios posó sus ojos en las aficiones y en la vida privada de un adolescente de 17 años: si tenía problemas en casa o no, si consumía drogas o no, si era agresivo o no, si le gustaba el deporte o no, si era un buen estudiante o no, si "había recibido su merecido" o no.

La voracidad era alimentada por una familia puesta contra las cuerdas y que, arrinconada, daba respuestas contradictorias. Marco estaba "bien", pero "muy dañado", decía su padre en una de la treintena de entrevistas que dio en tres días. Marco no estaba "bien", pero "en realidad hacía años que no tenían contacto con él" y "no lo conocían muy bien", decían primos suyos. El cerco de la familia Sánchez y de la familia Flores se abría y se cerraba en cuestión de minutos. A veces retaban a "las autoridades que les habían fallado", otras querían mostrarse conciliadores con "el Gobierno que les había ayudado".

La detención se produce, según el testimonio de un amigo de Marco que se encontraba con él en el momento del arresto, mientras tomaban fotos a paredes con grafiti el pasado 23 de enero cerca del Colegio de Bachilleres de El Rosario, en Azcapotzalco, al norte de la capital mexicana, una concurrida zona al norte de la Ciudad de México, marcada por la violencia y la inseguridad. Dos policías acusan al joven de asaltar a otro muchacho, revisan su mochila, él se asusta y se echa a correr hacia un paradero [intercambiador] de autobuses, según esta versión. "Vi la corretiza, él estaba gritando, pero no se le entendía nada", narra Alfonso, que lava los autobuses de la zona.

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