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Respuesta:
Las ciencias humanas fundamentales identificaron hace tiempo que el ser
humano es un ser de subjetividad y de símbolos; sus comportamientos, su
sentido de pertenencia frente a otros actores, sus promesas, sus afectos, etc.
pasan por allí. La lección que estas ciencias nos dan es que muy poco se
“manipula” exteriormente y mucho depende de la coherencia entre la vida
material, concreta, y la vida simbólica representacional, como elementos
interdependientes de un todo.
Max Weber (1977) se pronunció claramente a este respecto: “el hombre
gasta sin medirse” sólo cuando tiene el sentimiento de estar en relación de
“apropiación” con relación a la situación en la que actúa. Esta apropiación
debe ser, al mismo tiempo, concreta, material y simbólica. Este es el fundamento de las creencias profundas, de los sistemas de representación y
de las “culturas”.
Por su parte, Álvaro Zapata (2007, p. 147) apoya la introducción al tema
de la cultura humana al afirmar:
La cultura designa la totalidad, siempre abierta, de las diferentes formas
que la experiencia humana, asume su historia. El estudio de las principales
formas de la actividad productiva de la mente en la vida cultural conduce
a una antropología filosófica en la que el hombre no se define como un
simple animal racional sino más bien como un animal symbolicum (Cassirer,
1944). La concepción funcional de las formas simbólicas que surge de
la obra de Cassirer hace ver que toda puesta en forma de un contenido
particular de la cultura humana, dentro de su propia complejidad histórica,
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