Respuestas
respuesta
"mi dragron"
Tengo un dragón escondido
debajo de mi almohada
con el que juego de noche,
acurrucado en la cama.
Es un dragón chiquitito,
apenas mide una cuarta,
pero tiene unos colmillos
afilados como espadas.
Mira con sus grandes ojos,
encendidos como el fuego,
y su larga cola llega
desde la cama hasta el suelo.
Me gusta jugar con él
a imaginar aventuras
en las que gana el dragón
al héroe de la armadura.
Cuando mi dragón sea grande
yo le abriré la ventana,
para que pueda volar
y llevarme a sus espaldas.
*Juan Guinea Diaz
Explicación:
Respuesta: Profesor de Educación Infantil desde el curso 2002/03, comenzó a escribir para niños por y para sus propios alumnos.. Se considera a sí mismo más “cuentista” que poeta, ya que piensa que la poesía infantil “es algo muy serio, no valen modas ni extravagancias. A los niños, como aquel que desveló el engaño en “El traje nuevo del emperador”, no se les puede engañar. La poesía infantil tiene que ser sincera, sencilla y directa. Si gusta, gusta; y si no no hay nada que hacer”. Sus libros son también aptos para el público de cualquier edad que valore la sencillez y veracidad de la infancia, sin adornos.
Explicación:
¿QUÉ PASA CON MIS DIENTES?
Con el dedo suavemente
¡tic, tic! Se le mueve el diente…
¡Pronto se te va a caer!
¡No lo vayas a perder!
Diego anda preocupado,
no quiere ni dar bocado,
vaya a ser que caiga el diente
y lo pierda para siempre.
También siente algo de miedo
y le da cierto recelo
el pensar que entre un ratón
dentro de su habitación.
¿Qué es eso del Ratón Pérez?
¿Todos los dientes los quiere?
¿Y luego qué hace con ellos?
¿Se subirá por mi cuello?
No te preocupes cariño,
le dice la madre al niño,
que yo te cuento la historia
que me la sé de memoria:
«Cuentan que hace muchos años
un juguetero tacaño
se ahorraba mucho dinero
con ratones jornaleros.
Trabajaban día y noche,
hacían muñecas y coches,
construcciones de madera
o el juguete que él quisiera.
Siempre estaban muy cansados…
¡Trabajaban como esclavos!
Pero así los ratoncitos
podían dormir calentitos.
En casa del juguetero
tenían cama, queso y fuego…
Si de trabajar dejaban,
a la calle los echaba.
Pero un buen día hubo un ratón
que buscó otra solución:
Pérez, que así se llamaba
se escapó de madrugada.
Trepando por tuberías
a una casa llegó un día,
y vio a una niña acostada
sobre una blanda almohada.
Tenía un diente escondido
(que se le había caído)
debajo del almohadón:
¡Eureka! Dijo el ratón:
¡Necesito muchos dientes!
Con todos los que me encuentre
construiré casas calientes
para todos mis parientes.
Uno a uno fue cogiendo
los dientes de los pequeños,
dejando bajo la almohada
lo que el niño deseara:
Un juguete, una moneda…
¡Lo que los niños quisieran!
Los conseguía con esmero
en casa del juguetero.
En la ciudad de los dientes
habita con sus parientes
Y gracias al Ratón Pérez
ahora viven como quieren.
Entre los niños deprisa
corrió la buena noticia
Y ninguno se olvidaba
del diente bajo la almohada.
Ratón Pérez todavía
hace casas cada día
con los dientes que los niños
le regalan con cariño.»
Diego se duerme contento
Después de escuchar el cuento.
¿Qué sorpresa habrá mañana
Debajo de su almohada?