3) Si no hubiera pasado este encuentro entre los 2 mundos que piensa usted que hubiera sucedido?
la conquista española a America
Respuestas
Respuesta:
EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS
donde España tiene mucho que hacer y que decir. Para quienes tratamos de conciliar los 6.000 millones de años de la geología y los 600.000 años de biología humana con los seis días bíblicos del Génesis, estamos completamente convencidos que esos 30 años críticos de la historia del mundo son de importancia máxima. Esa falta absoluta de relaciones previas, dejando a un lado la posibilidad de visitas o viajes anteriores que no han tenido ninguna consecuencia para el intercambio de conocimientos vitales (por lo que deben olvidarse sin gran aprecio), es lo que hace tan apasionante el encuentro auténtico de dos mundos. Dejando a otro lado los problemas genéticos relacionados con el origen de las razas, resulta evidente que -hasta fines del siglo XV- han existido dos grandes grupos de seres humanos en continentes definidos, sin relación alguna entre ambos. Cada uno de los dos grandes grupos ha vivido y se ha desarrollado a lo largo de muchos siglos disponiendo de una fauna y de una flora particulares, lo mismo microscópicas que microscópicas, en parte comunes a los dos mundos (por eso han podido surgir razas humanas variadas, evangelizadas o no) pero, en gran y significativa parte, notoriamente dispares, y eso es lo que ha cambiado la faz del mundo desde hace 500 años. Es decir, cada uno de los dos grandes grupos ha vivido desde su origen en una circunstancia biológica distinta, con una disponibilidad de substratos bioquímicos -elementos inorgánicos y moléculas orgánicas- diferentes en ambos mundos. La diferencia, cualitativa y cuantitativa, ha sido muy marcada respecto a los componentes químicos de los alimentos, los nutrientes. Ésta es una de las razones más poderosas que confiere una significación trascendente, universalmente histórica, al encuentro de ambos grupos en cuanto al intercambio de alimentos, especialmente si queremos tratar de entender la evolución y el desarrollo de los seres humanos en distintas partes de la Tierra y en épocas definidas. Precisamente la diversa disponibilidad de nutrientes en ambos mundos, sin ningún asomo de intercambio durante muchos miles de años, es la causa primordial de las diferencias culturales.
Uno de los problemas que suele tener mayor atractivo polémico es el de definir quién descubrió a quién. Como español de nacimiento que he vivido la más fecunda parte de mi existencia en México -en lo que fue denominado durante tres siglos la Nueva España-, es decir, pensando y siendo como español nuevo, debo declarar lo injusto que me parece hablar del descubrimiento de América por los españoles. Ni Colón ni ninguno de sus acompañantes sospechaba, ni de lejos, la existencia de un continente tan enorme -casi tan grande como todo el Viejo Mundo conocido- ni tampoco fueron a descubrirlo. Se buscaba un camino corto y fácil para llegar a las especias asiáticas y a otros valiosos objetos de comercio: el error cometido al calcular el diámetro de la Tierra es lo que les hizo creer que las primeras tierras encontradas eran el oriente de Asia y por eso les llamaron Indias y a sus habitantes indios. Tienen que transcurrir los 30 famosos años, llenos de aventuras y acontecimientos con sello español, para que se establezca definitivamente el tamaño de la Tierra y para que se reconozca la existencia de ese inmenso continente, llamado América también injustamente (aunque el italiano Américo Vespucio fuese nombrado más tarde piloto mayor en Sevilla). De haber sido un simple descubrimiento, se habría logrado hacer de Sevilla, o de cualquier otro puerto español, un centro mercantil o financiero superior a Venecia, Amberes, Génova, Augsburg o Lisboa. Pero fue mucho más que eso, fue el encuentro de dos mundos que permite cerrar el conocimiento completo del mundo entero y que logró algo muy superior, logró hacer de Sevilla la capital de todo el mundo durante más de tres siglos. Es decir, lo de descubrimiento sabe a poco, es una valoración muy pobre para la magnitud del suceso.
Conviene destacar que la gloria de esos 30 años decisivos corresponde plenamente al pueblo español: es el pueblo llano el que realiza el milagro con su ingenio, con su coraje, con su arrojo y con su valentía. Ningún noble distinguido va por el nuevo continente: la aristocracia más empingorotada sigue perdiendo tiempo, diaero y categoría histórica en las guerras de Flandes o de Italia y en la política centroeuropea, pero ninguno cruza el charco. La aventura americana, que es la mayor aventura del mundo entero, hay que atribuirla al genuino pueblo español, a la gente más sencilla, la más batalladora y la más resistente.