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Los idiomas –que tienen por demás una raíz latina común- mayoritariamente hablados en la región, nuestra forma de manifestarnos, de expresarnos, de vivir, de entender las cosas, los valores ideo-estéticos, la particularidad diversa de nuestras costumbres, la moral de las religiones traídas de otras latitudes y su sincretismo, los lazos que nos unen históricamente, la memoria…
Esta esa identidad, además de ser una de las más abarcadoras del mundo está muy presente en la conciencia o el imaginario colectivo de los latinoamericanos. No solo somos parecidos y cercanos -en nuestra diversidad-, sino que también estamos muy percatados o conscientes de esa cercanía (para algunos eso es conciencia de su identidad) y nos sentimos parte, es decir tenemos un fuerte sentimiento de pertenencia, con excepciones, pero es una identidad muy compartida y de la cual millones de personas se sienten orgullosos.
Por otra parte, la identidad en América Latina, en el contexto de la globalización, debe ser pensada desde la transculturación “ Al fin… en todo un abrazo sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos”.
La identidad cultural de América Latina no debe verse en modo alguno como la sumatoria mecánica de los elementos identificativo-culturales de cada país o grupo social del continente, es el resultado del intercambio constante entre nuestras sociedades a partir de la multiplicidad de nuestras raíces comunes. Lo latinoamericano está presente en tantas obras culturales, costumbres, hábitos, etc. que contribuye -en mucho- a dar sentido a nuestras vidas y está presente en infinidad de textos, obras de arte y discursos en general que dan cuenta de su permanente enriquecimiento.