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El amor que nunca muere de los amantes Tristán e Isolda ha generado numerosas reflexiones académicas, influencias y versiones en diversas literaturas. Algunas de ellas se pueden observar también en la literatura castellana en romances como:
Herido está don Tristán
de una muy mala lanzada,
diérasela el rey su tío
por celos que de él cataba […]
Llegó allí la reina Iseo
la su linda enamorada […]
Júntanse boca con boca,
juntos quieren dar el alma;
llora el uno, llora el otro,
la tierra toda se baña;
allí donde los entierran
nace una azucena blanca.
Menéndez Pidal (2006: 59-60).
Él murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar; […]
De ella nació un rosal blanco,
de él un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar […]
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar […]
De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.
Menéndez Pidal (2006: 129-130).
La leyenda de Tristán e Isolda, de origen mixto, entrelaza metáfora, realismo, mitología y aventura en torno al desarrollo del amor de sus protagonistas. En ella, el filtro amoroso cobra un papel esencial, no solo a nivel simbólico, sino también con relación a la articulación de la trama narrativa, llegando a actuar incluso -lo cual se observará a lo largo del presente trabajo- como un personaje más; como un conjuro de alcahuetería que llega a condicionar a la propia alcahueta y el destino de los amantes.
La naturaleza misteriosa de este amor que los une, provocado -¿totalmente?- por la acción del filtro amoroso, se ha discutido desde diversas perspectivas que configuran el estado de la cuestión actual. De esta forma, el papel del filtro de amor es fundamental para el análisis y significado de la obra. Estudiosos como Bekker, Jaeger, Hasty o Buschinger han aportado diferentes matices y reflexiones de partida para observar el amor entre Tristán e Isolda como derivado del concepto de amor cortés de la época medieval. En especial, se ha señalado como punto clave que el origen que marca el desarrollo trágico del amor entre Tristán e Isolda puede estar prefigurado en la historia amorosa previa de Riwalin y Blanscheflur, los padres de Tristán. No obstante, el amor entre La rubia y El triste se halla marcado por el filtro mágico como elemento que lo distingue del amor cortés tradicional, pues los amantes no son culpables ni responsables de su enamoramiento, ya que se encuentran bajo los efectos irreversibles de la pócima que les causa el intenso sentimiento de amor mutuo.