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La utilización de fosas excavadas en la tierra como depósitos herméticos para almacenar productos agrícolas, especialmente cereales, es muy común en asentamientos prehistóricos y ha constituido una práctica común en grupos campesinos tradicionales.
A partir de estudios experimentales se ha podido comprobar que estas fosas, una vez vaciado su contenido, resultaban inservibles para un segundo uso como contenedores de grano. Al igual que lo que sucede en la casi totalidad de yacimientos con estructuras de este tipo, los datos arqueológicos procedentes de los poblados neolíticos del nordeste de la Península Ibérica muestran que, una vez vaciadas, estas fosas se rellenaban con materiales de desecho como vasos cerámicos inservibles, instrumentos rotos o restos de comidas o de cocinado, que podemos documentar fundamentalmente en forma de huesos de animales, ya que otros posibles restos orgánicos apenas se conservan en el registro arqueológico.
El vertido intencional en las fosas de estos restos variados, que podríamos equiparar con nuestro concepto actual de basura, indican hábitos de higiene y limpieza ya que depositaban en estructuras delimitadas y separadas de las áreas de habitación aquellos elementos orgánicos que pudieran dar lugar a procesos de putrefacción y se evitaba, además, que materiales, ya en desuso, se acumulasen en las zonas de trabajo, consumo o descanso cotidianas.
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No sé yo también la estoy buscando