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30 de setiembre, 2012.- La explotación de gomas silvestres en el Perú apareció como actividad económica importante cuando el Estado hacía esfuerzos para promover la inmigración europea hacia su región amazónica, objetivo en el que había fundado sus esperanzas para poner en valor sus recursos. No obstante, sus afanes no fueron compensados con la inmigración masiva de colonos, ni con el incremento substancial de la producción agropecuaria.
El auge del caucho debe haber sido considerado, tanto por el gobierno, como por los extractores y comerciantes de entonces, como una aparición milagrosa por la posibilidad de generar ingresos mediante el sencillo expediente de recoger un producto del medio natural y venderlo en Europa y los Estados Unidos (Chirif, 2009).
Un fabricante y comerciante de sombreros de la provincia de Rioja (región de San Martín) llamado Julio César Arana, aprovechando del auge empezó a llevar sus productos por los ríos de la selva baja. De esta manera comenzó una carrera en el negocio de las gomas silvestres que tendría un ascenso vertiginoso. Se inició como acopiador del producto que luego vendía a las casas exportadoras ubicadas en Iquitos, pero antes de que terminara el siglo XIX dio dos saltos importantes.
El primero fue consecuencia de su asociación, en 1890, con el comerciante colombiano Juan V. Vega (Santos y Barclay, 202: 78) y, el segundo, la fundación, en 1896, de la firma “J.C. Arana y Hermanos” (Pennano, 1988: 162) que consolidó su posición como único habilitador en la zona del Putumayo. En 1901 fundó la firma “Arana, Larrañaga y Compañía”, en sociedad con el cauchero colombiano Benjamín Larrañaga y, a su muerte, compró sus acciones a su hijo Rafael Larrañaga, en 1905 (Santos y Barclay, 2002: 78-79; Pennano, 1988: 162-63).
Poco después Arana viajó a Londres para buscar capitales en Gran Bretaña. El 27 de septiembre de 1907 creó la empresa “Peruvian Amazon Rubber Company”, con un capital de un millón de libras esterlinas. Su intención por constituir a su empresa como británica, además de captar nuevos capitales, tenía como objetivo dejar a salvo sus intereses en caso que la contienda del territorio donde él operaba (entre el Putumayo y el Caquetá), por entonces en disputa con Colombia, se resolviera en favor de este país.