• Asignatura: Filosofía
  • Autor: leyre08
  • hace 2 años

En la plaza de Cajamarca, el padre Valverde y Atahualpa vieron a la Biblia un objeto con cualidades diferentes. Para Atahualpa era un objeto sin valor y para Valverde era un libro sagrado. ¿Por qué el mismo objeto dio lugar a un conocimiento con características diferentes? Explica con argumentos tu respuesta

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Respuesta dada por: tareaspara157
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Explicación:

El 15 de noviembre de 1532, Atahualpa y sus hombres vistieron sus mejores galas para recibir a los enviados por Pizarro, que lo invitaba a cenar. Los incas nunca habían visto caballos, de modo que los españoles decidieron permanecer en sus monturas, encabritarlos y hacerlos relinchar en presencia del inca. Atahualpa respondió bebiendo del cráneo de un prisionero ejecutado. Posteriormente, ofreció copas de oro con chicha a los españoles, que bebieron, según una primera versión.

Atahualpa no aceptó la invitación para esa noche, y prometió ir a Cajamarca al día siguiente para entrevistarse con Pizarro.

Al día siguiente, Pizarro se adentró en territorio inca con 168 soldados y 37 caballos, y se dirigió a la plaza principal de Cajamarca. Hasta allí llegó el emperador inca, subido en un trono de oro rodeado de sus líderes.

Entonces, el capellán de los españoles se acercó al trono con una cruz y una Biblia y pidió al inca que se retractara de sus creencias paganas y aceptara el bautismo y la autoridad del rey de España Carlos I. Atahualpa tomó la Biblia, la examinó sin entender nada de lo que tenía y la arrojó al suelo, lo que fue interpretado como una blasfemia por los españoles.

Según los hechos registrados por Francisco de Jerez, Pizarro llegó al encuentro con Atahualpa acompañado por el padre Valverde. El cronista dice que en un momento dado el padre dominico se acercó a Atahualpa para decirle: “Yo soy sacerdote de Dios, y enseño a los cristianos las cosas de Dios, y así mismo vengo a enseñar a vosotros. Lo que yo enseño es lo que Dios nos habló, que está en este libro. Y, por tanto, de parte de Dios y de los cristianos, te ruego que seas su amigo (refiriéndose a Pizarro), porque así lo quiere Dios; y ve a hablarle al Gobernador que te está esperando”.

Atahualpa pidió que le diese el libro para verlo y Valverde se lo dio cerrado; el inca no acertó en abrirlo, entonces el religioso extendió el brazo para hacerlo, pero Atahualpa, con gran desdén, le dio un golpe en el brazo y porfiando él mismo en abrirlo, lo abrió; como no se maravilló con las letras ni con el papel, lo arrojó a cinco o seis pasos de sí.

De acuerdo con el relato del inca Tito Cusi Yupanqui, este hecho ocurrió días antes y no en la ciudad de Cajamarca. Según esta versión, hubo dos conferencias. En la primera, Atahualpa recibió a dos españoles a quienes les invitó a tomar chicha en señal de hospitalidad, pero los españoles arrojaron la bebida de maíz al suelo. Era una falta de respeto tirar una bebida sagrada, así que Atahualpa decidió tirar también la Biblia.

El relato dado por Guamán Poma de Ayala –quien no estuvo presente en la escena– es algo diferente. En esta versión, Valverde le dijo a Atahualpa que sus dioses eran falsos. Entonces el soberano le preguntó quién se lo había dicho y el dominico le respondió que la Biblia. Atahualpa pidió el libro “para oír por sí mismo estos dichos”. Pero como la Biblia no emitió ninguna voz, la arrojó al suelo.

Ocurrido el incidente con Valverde y la Biblia, Pizarro ordenó disparar contra los servidores del inca. A una señal, jinetes e infantes irrumpieron en la plaza, disparando sus arcabuces, sacaron sus espadas e iniciaron una matanza.

El propio Pizarro, acompañado por algunos de sus hombres, atravesó por entre los indios, llegó hasta las andas del inca y tomó prisionero a Atahualpa.

Los cronistas no concuerdan respecto al número de hombres que acompañaban a Atahualpa y el de muertos que causaron los españoles cuando lo capturaron. El cronista Jerez señala que fueron 2,000 muertos; Cristóbal de Mena refiere que pudieron ser de 6,000 a 7,000; en tanto que Ruiz de Arce asegura que fueron 7,000.

Rubén Vargas Ugarte sostiene que los muertos no habrían superado los 2,000 teniendo en cuenta que el asalto duró menos de una hora y que el número de soldados que obedecía a Pizarro no era mayor. Repite la cifra de Jerez, aunque este advierte que esa cifra no incluye a los heridos.

Cusi Yupanqui escribió que “no escaparon más de 1,200” los muertos, con lo cual da a entender que la mortandad no alcanzó a una quinta parte de los súbditos del inca que entraron en la plaza de Cajamarca.

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