• Asignatura: Historia
  • Autor: KiaraGinocchio
  • hace 2 años

Desde esta mañana, también me gusta mi nuevo maestro.
Durante la entrada, mientras él se instalaba en su sitio, se asomaban de vez en cuando a la puerta varios de sus discípulos del año anterior para saludarlo:
—Buenos días, señor Perboni. Buenos días, señor maestro.
Algunos entraban, le tomaban la mano y escapaban. Se veía que lo querían mucho y que habrían deseado seguir con él. Él les contestaba:
—Buenos días —y les estrechaba la mano, pero sin mirar a ninguno; durante cada saludo se mantenía serio, con su arruga en la frente, vuelto hacia la ventana, contemplando el tejado de la casa vecina, y en lugar de alegrarse de aquellos saludos, se adivinaba que le daban pena. Después nos miraba, uno tras otro, con mucha atención.
Empezó a dictar, paseando entre los bancos, y al ver a un chico que tenía la cara muy enrojecida y con unos granitos, dejó de dictar, le tomó la barbilla y le preguntó qué tenía, tocándole la frente para ver si tenía fiebre. En ese momento un chico se puso de pie y empezó a bufonear a espaldas de él. Se volvió de pronto, como si lo hubiera adivinado, y el muchacho se sentó y esperó el castigo, con la cabeza baja y encarnado como la grana.
El maestro se acercó a él, le posó la mano sobre la cabeza y le dijo:
—No lo vuelvas a hacer.
No dijo más. Se dirigió a la mesa y acabó de dictar. Cuando concluyó, nos miró unos instantes en silencio, y con voz lenta y, aunque ronca, agradable, empezó a decir:
—Escuchen: tendremos que pasar juntos un año. Procuremos pasarlo lo mejor posible. Estudien y sean buenos. Yo no tengo familia. Vosotros sois mi familia. El año pasado todavía tenía a mi madre: se me ha muerto. Me he quedado solo. No os tengo más que a vosotros en el mundo; no poseo otro afecto ni otro pensamiento. Debéis ser mis hijos. Os quiero bien, y debéis pagarme con la misma moneda. Deseo no castigar a ninguno. Demostrad que tenéis corazón; nuestra escuela será una familia, y vosotros mi consuelo y mi orgullo. No os pido que lo prometáis de palabra, porque estoy seguro de que en el fondo de vuestras almas ya lo habéis prometido, y os lo agradezco.
En aquel momento apareció el bedel a dar la hora. Todos abandonamos los bancos, despacio y silenciosos. El muchacho de las piruetas se aproximó al maestro y le dijo con voz temblorosa:
—¡Perdóneme usted!
El maestro lo besó en la frente y le dijo:
—Bien, bien; anda, hijo mío.






¿Qué paso exactamente en el texto leído?


¿Cómo se llamaba el maestro?

• Según el autor ¿Cuál es la descripción que da de su maestro? Escríbelo.
















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Respuestas

Respuesta dada por: Voltaiire
1

Respuesta:

El Maestro se llamaba Perboni

Explicación:

Se cuenta desde la perspectiva de un posible alumno sobre su nuevo profesor, comienza diciendo como durante la entrada mientras el se sentaba en su banco, varios alumnos de años anteriores se acercaban para saludarlo, darle la mano e irse. Mientras que el saludaba dando la mano y diciendo "Buenos días" sin siquiera mirarlos. El/la narradora nos habló de como empezó a dictar, paseandose entre los bancos hasta que vio a un chico, con unos pocos granitos y la cara muy enrojecida. Dejó de dictar. Le tomó la barbilla y le preguntó qué tenía, tocándole la frente se aseguró de que no tuviera fiebre. Un chico cualquiera se puso de pie y empezó a "bufonear" al profesor a sus espaldas, el profesor se dio la vuelta y el chico ya sabiendo que iba a pasar se sentó y esperó su castigo. Nunca llego, una mano en su cabeza y una pequeña caricia mientras le decían "No lo vuelvas a hacer".

El profesor terminó de dictar, con unos ojos fijos en los alumnos y unos instantes de silencio, con voz ronca y lenta, aunque un poco agradable, les dijo a todos que el no tenía familia y que lo único que le quedaba eran ellos. Sus alumnos. Comentó que su madre había muerto el año anterior y que por eso quería llevarse lo mejor posible con los alumnos, no tener que castigar a ninguno y pasar un año tranquilo. Les dijo que el los quería mucho, así que esperaba recibir la misma moneda, lleno de sentimiento les dijo que son su consuelo y su orgullo. Todos se retiraron cuando el bedel apareció para dar la hora y el chico que intentó bufonear al profesor hizo acto de presencia pidiéndole perdón. El profesor, tranquilamente le dio un beso en la frente y le dijo que estaba bien, junto a un "anda, hijo mío".

El profesor era serio, con una arruga en la frente, tenía una forma de hablar lenta y una voz ronca.

Esto es todo lo que he podido sacar del texto, espero haberte ayudado

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