investiga sobre las condiciones de vida y la lucha obrera en Europa en el siglo XIX ​
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Respuesta dada por: ajcera
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El número de horas de trabajo de los obreros en la Europa del siglo XIX fue muy variable, en función de la actividad desarrollada. En las fábricas algodoneras la duración de la jornada podía llegar a las quince horas. La duración de la jornada fue disminuyendo a lo largo del siglo XIX. Hacia 1870, los obreros ingleses trabajaban como media unas doce horas diarias y con pocos días de descanso.

En la década de los años ochenta, la jornada se fue rebajando hasta las diez o nueve horas. Una de las grandes reivindicaciones de las organizaciones obreras durante todo el siglo XIX y los primeros años del siglo XX fue la jornada de ocho horas de trabajo, seis días a la semana. Así surgieron los barrios obreros, con edificios de dos o tres plantas al principio, pero que aumentaron progresivamente en altura y volumen, a la vez que se extendían por los suburbios de las principales ciudades. Los barrios obreros crecieron de forma desordenada, sin que los poderes municipales se preocupasen de atender a los servicios, como eran el trazado ordenado de calles, alumbrado público, conducción de aguas, alcantarillas, basuras, etc. Las calles y patios estaban muy degradados por el amontonamiento de basuras y desperdicios.

El propietario vivía en una gran mansión, los directivos ocupaban casas amplias y los obreros tenían pequeñas casas. Las primeras etapas de la industrialización trajeron consigo unas pésimas condiciones de vida para los obreros, como hemos comprobado. A finales del siglo XIX su situación mejoró en cierta medida, en parte debido al descenso de los precios agrícolas y también gracias a las conquistas sociales, y a una mayor preocupación de los poderes por la situación de los obreros, temerosos de la fuerza del movimiento obrero. En relación con la dieta, el alimento principal siguió siendo la harina en forma de pan o de gachas, y la patata, que se difundió de forma extraordinaria hacia la mitad del siglo XIX.

El centro de ocio de los obreros era la taberna, único lugar que permitía relacionarse fuera del trabajo. El movimiento obrero intentó mejorar el ocio de los obreros a través de nuevos centros como las casas del pueblo, donde además de reunirse para debatir sobre aspectos laborales y políticos, se podía encontrar una alternativa a la taberna con clases, charlas, teatro, biblioteca, etc... .

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