• Asignatura: Psicología
  • Autor: mariapintos294
  • hace 2 años

observa y marca los Paratextos. NUEVA YORK - Uno de los clásicos memorables de mi infancia es Corazón de Edmundo de Amicis, un autor decimonónico ya olvidado. El episodio del libro que tuvo más impacto contaba cómo un niño genovés salía de su país en busca de su madre, quien trabajaba en la Argentina. Recuerdo haber llorado y haberme preguntado si yo sería capaz de tan arriesgada aventura, No lo sabía entonces, pero ese libro me inició en el aprendizaje de la empatía. Mi educación en adentrarme en las vidas de los otros continuó después con lecturas más complejas, de la mano de personajes como Jane Eyre y Ana Karenina, de Robinson Crusoe, don Quijote de la Mancha y de los sufridos héroes de Charles Dickens. Estos personajes me ayudaron-a mí y a una comunidad enorme de lectores- a entender con más profundidad el sufrimiento ajeno y también a hacer más tangibles sus momentos de alegría. La literatura no parece tener una obvia utilidad, pero la ciencia ha demostrado que la tiene. Leer literatura, una actividad que muchos consideran ociosa o inútil, posee un valor social invaluable: nos hace más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros. Las ficciones nos enseñan a nombrar nuestras angustias y también cómo enfrentar y compartir nuestros problemas cotidianos.​

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Respuesta dada por: juandymalave
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yo no tengo el agrado de dirigirme a usted para que me lo puedes hacer

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