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"Todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas". "Debo confesar que el espectáculo me produjo un miedo súbito e intenso", "La Mancha indeleble", Juan Bosch.
Estas dos citas las he sustraído de "La Mancha indeleble", uno de los cuentos más emblemáticos del Prof. Juan Bosch. Debo decir que siempre quise escribir este artículo. Siempre quise hacer un paralelo o una relación entre ese cuento tan bien elaborado –como toda la obra de Bosch- y lo que está sucediendo con los mal llamados discípulos de una de las figuras más brillantes de las letras y la política dominicana. Pero más que una simple relación, quiero analizar con el lector un aspecto que me llama la atención cuando leo y releo ese trozo indeleble de la literatura dominicana.
Esa mancha hermosa que nos dejara Bosch para deleite de los que andamos escarbando en la memoria cultural del pueblo dominicano. Más que una relación que hago (automática, súbita) con lo que está pasando con la dirigencia del PLD, quiero resaltar el lado premonitorio que, sin proponérselo, tuvo Bosch, quien escribiera este cuento en 1960, época no muy lejana a los acontecimientos que lo llevaran al poder, a su posterior derrocamiento, a su nuevo exilio, a la fundación del PLD, pero sí a la traición de los que se autoproclaman de manera equivocada sus discípulos, paradójicamente, los nuevos tutumpotes.
Pareciera que este cuento lo escribiera Bosch anunciando, como cristo anunció la traición de Judas, la traición de sus legados por parte de sus colabores más cercanos.
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