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n los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar en las grandes alturas o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca y por eso volaba tanto , y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes sobre la almohada.
(De “La Oveja negra y demás fábulas” Anagrama, Narrativas hispánicas.)
Augusto Monterroso nació en Guatemala en 1921 y murió en México en 2003.
Es considerado como uno de los maestros de la mini-ficción ya que, de forma breve, aborda temáticas complejas y fascinantes, con una provocadora visión del mundo en el universo.
Entre sus libros destacan:La oveja negra y demás fábulas (1969) , Movimiento perpetuo (1972), la novela Lo demás es silencio (1978); Viaje al centro de la fábula (conversaciones, 1981); La palabra mágica (1983) y La letra e: fragmentos de un diario (1987). En 1998 publicó su colección de ensayos La vaca.
Ha sido premiado en varias ocasiones por su obra. Entre ellas, en 1988 recibió la condecoración del Aguila Azteca de México por su aporte a la cultura de este país y en el 2ooo le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en reconocimiento a toda su carrera.
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Comentarios
Mary Lz Guacheta dice
30 de junio de 2015 en 12:28 am
interesante y que pasa con l amosca al final?
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Arnulfo dice
5 de diciembre de 2018 en 2:41 pm
Me gustó, es ese análisis donde no nos sentimos a gusto con lo que tenemos y queremos ser alguien más, pero al final no es una cuestión de los que muestro o tengo, sino de que siempre me sentiré igual, sin importar que tenga o sea; es una cuestión personal, del interior.
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Santiago Osuna Rueda dice
4 de noviembre de 2019 en 10:59 pm
Al final la mosca se sentía triste de ser una mosca y por las noches volvía a poner las sienes sobre la almohada
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Iñaki Uria dice
4 de noviembre de 2019 en 11:10 pm
de tan cansada que estaba volvía a quedarse dormida
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Adrián dice
5 de diciembre de 2019 en 6:31 pm
Se muere, como todos. Espero que la respuesta te haya llegado antes de que compartas el destino de la mosca. Tu comentario es de hace cuatro años y medio casi.
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Guillermo dice
13 de octubre de 2020 en 12:39 pm
Que vuelve a la almohada
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