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Respuesta:
Era uno de esos temas aburridos que todos los años nos tocaba empollar en la escuela. Nuestro primer contacto con los carbohidratos, las grasas o las vitaminas se basaba en un colorido triángulo plagado de panes, lechugas y huevos de 'atrezo' que había que saberse de memoria. Como niños, aquello nos interesaba bastante poco. De nuestra dieta se ocupaban nuestros padres y nuestras ansiedades alimentarias no iban más allá de si el bollo de la merienda traería o no un bonito cromo de dinosaurios.
Alcanzada una cierta edad, repasamos con nostalgia aquellos conocimientos y, ante los inevitables achaques o algún kilito que acentúa nuestra curva de la felicidad, nos viene en mente repasar la condenada pirámide alimentaria para mejorar nuestro régimen, nuestra salud o nuestra línea: craso error.
Explicación:
Espero que te sirva