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Respuesta:Escritor de cuentos, novelas, guiones y hasta boleros frustrados, Gabriel García Márquez viajó siempre acompañado por su instinto de periodista de raza, con el lapicero a mano y la capacidad de observación de un lince. Defensor del reportaje y muy crítico con la entrevista, la velocidad y la primicia, siempre se sintió atrapado por el que consideraba “el mejor oficio del mundo" y ni se quitó la camisa de reportero.
Aunque parezca de fábula, el universo que evocó el escritor colombiano era real. Cada historia y cada vivencia pasaban por el tamiz de su ojo de periodista porque estaba convencido de que "la crónica es la novela de la realidad".
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