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Respuesta:
¿Por qué las manifestaciones culturales y artísticas hacen tan buena mancuerna con los derechos
humanos para convertirse en una vía eficaz de reflexión, exigencia y denuncia social frente a
casos de abuso del poder? Esta pregunta dio origen a la presente edición de dfensor y encontró
respuesta en el trabajo de un sinnúmero de artistas quienes, a lo largo y ancho del mundo, ya se
asumen como agentes de cambio al incrementar, a través de su obra creativa, la conciencia y la
sensibilidad social sobre los derechos humanos.
Sorprende saber de mujeres y hombres, influenciados por ideales humanistas, utilizan la cultura
y las manifestaciones artísticas como el lenguaje universal, para denunciar problemáticas sociales,
políticas, medioambientales, etc. Su objetivo es que se deje de concebir su trabajo artístico como
un producto de elite para devolverle su verdadero espíritu: el de un derecho reconocido e inherente a
toda persona, cuyo ejercicio pleno es fundamental en cualquier sociedad libre y democrática.
Por ello debemos aplaudir que una artista del clown, procedente del este de Europa, cuente en una
obra de teatro su historia de discriminación y violencia como inmigrante indocumentada en Estados
Unidos. ¿Esto logrará que como sociedad dejemos de criminalizar la migración?
Estamos comprometidos también a observar con detenimiento la obra de un artista perseguido
por la censura en China, quien expuso en un museo alemán su obra plástica para evidenciar la
corrupción gubernamental en su país, causante del derrumbe de cientos de escuelas durante un
terremoto y en las que murieron más de cinco mil niñas y niños cuando tomaban clases. ¿Esto logrará
que protejamos de forma más aguerrida nuestro derecho a la libertad de expresión?
Tampoco podemos seguir posponiendo el llamado a generar debate en torno al documental de una
cineasta mexicana en el que se exhibe el testimonio de una víctima de tortura, con el objetivo de mostrar
que en México esta práctica ilegal sigue siendo un recurso usual para forzar confesiones durante
procesos judiciales, hecho que lleva a personas inocentes a las cárceles. ¿Esto logrará que algún día
tengamos un sistema de justicia más humano?
La respuesta está en cada uno de nosotros. Sin embargo, este entramado de historias patentiza
que la cultura y el arte se han convertido en medios de difusión, herramientas educativas y generadoras
de empatía que buscan la consolidación de sociedades más respetuosas de los derechos humanos,
en las que también se refuercen los lazos de hermandad y tolerancia y, a su vez, se impulse la acción en
favor de un futuro más digno para la humanidad entera.
Por el contrario, una sociedad desinteresada en las expresiones culturales y artísticas que
le rodean está condenada a la marginación, al abuso, al olvido y a la autodestrucción. No en vano el
célebre pintor y escultor Pablo Picasso sentenció: “la pintura no puede detener una bala, pero puede
detener que una bala sea disparada”.