Respuestas
Respuesta:
El intento español corrió a cargo de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, que unificaron las dos coronas más poderosas de la península en 1469 y cuyos descendientes heredaron una algarabía de reinos ibéricos, también Navarra y Granada, que se conocían, entre otras denominaciones,
Respuesta:
José Soto Chica publica «Imperios y bárbaros», un volumen en el que reivindica a las tribus que invadieron el imperio romano como las forjadoras de las naciones actuales de Europa.
En el año 578, Leovigildo ordenó erigir una ciudad y la bautizó con el nombre de Recópolis en memoria de su hijo, el futuro rey Recaredo. Una urbe de nueva planta, una de las tres que los visigodos fundaron en Hispania, que contaba con un espléndido arco monumental, una basílica que levantó la admiración de la corte y la población, y un conjunto de edificios palatinos, con su cerco de murallas y sus jardines que descendían desde la colina hasta el meandro del río próximo, y que siglos después todavía alababan las crónicas musulmanes. El historiador José Soto Chica pasea entre los vestigios de este vasto complejo que trataba de replicar en la Península Ibérica la fastuosidad del imperio Bizancio de su época y, de paso, también, reafirmar el poder de su fundador, un monarca beligerente y unificador, frente a los adversarios que lo retaban. Hoy sus muros, aunque derruidos y maltrechos, todavía conservan parte de su grandeza. Unos restos que a las personas dotadas con el don de la imaginación, que es un talento más escaso que abundante, les permite recrear su apariencia original y evocar su vieja leyenda.
Soto Chica, doctor de la Universidad de Granada, es un estudioso insólito y de biografía asendereada. Un especialista en las centurias más oscuras de nuestro pasado, el periodo que va desde el siglo V al VIII, que comenzó su carrera como militar profesional, que sirvió en Bosnia y que un accidente con material explosivo le privó de la vista. Un revés que no lo amilanó ni tampoco le apartó de sus sueños: el conocimiento. Hoy es una de las mayores autoridades que existen en nuestro país en esa época, como demuestra su nuevo libro, «Imperios y bárbaros» (Desperta Ferro), un volumen exhaustivo, pero de lectura amena, cuajado de detalles y anécdotas enriquecedoras, que habla de los godos, los francos, los sajones y los hunos, que tiene, entre sus principales protagonistas, a Alarico II, Clodoveo y el mítico Atila, que murió, como él mismo cuenta, durante su noche de bodas, en medio de una hemorragia provocada por la cantidad de alcohol ingerido. En esta monografía habla de armaduras, arcos, estribos y espadas, de éxitos y de fracasos, de invasores y defensores.
cada cultura, un pueblo
A través de sus páginas el lector se asoma a los Campos Cataláunicos y las batallas de Vouillé y Badon, que quedaron cubiertos de cadáveres, y a esa lista de guerreros y cabecillas que se enseñorearon en las antiguas provincias romanas. «Este momento es crucial para entender el presente. De un mundo antiguo, formado por una unidad cultural mediterránea, se generan de repente tres espacios diferentes: el Islam, Europa Occidental y la Europa Oriental. Estas estructuras siguen conformando nuestra realidad. Las tensiones y acuerdos que leemos a diario vienen de estas civilizaciones. Lo que pasa en el Golfo Pérsico, entre Irán y Arabia Saudita tiene sus raíces en esta época, al igual que las tensiones que presenciamos entre el norte y el sur del Mediterráneo, y la desconfianza entre Rusia y Europa occidental». José Soto Chica camina con cuidado. Escucha las explicaciones y él responde con las descripciones que los cronistas daban de este emplazamiento. Su conversación está empedrada de citas y del nombre de esos narradores del periodo que contaron estos siglos. «Tenemos una idea, la de la Europa del nacionalismo en que cada cultura corresponde a un pueblo y una lengua. Pero cuando hablamos de los ostrogodos y los francos, eso no es así. Detrás de ellos había otros pueblos. En última instancia son ejércitos en marcha, líderes guerreros, como Alarico. En torno a una base étnica se junta toda clase de guerreros con sus familias. Cuando Alarico llega a Roma lleva con él a ostrogodos, alanos, taifales, hunos, carpos, provinciales romanos desesperados, desertores del ejército romano. Eso que llamamos “visigodos” son personas que se ganan la vida con la espada y que van dando tumbos por el imperio. Buscan un lugar en el que asentarse. Ellos lo hacen, primero, en el sur de las Galias y, luego, en Hispania. En realidad, en Europa tenemos un origen diverso, aglutinado alrededor de un caudillo que debe proporcionar a sus hombres pan, tierras y victorias militares».
Explicación:
DE HAY SACA TU RESPUESTA A Y NO ME DES CORONA OTRO TE LO `PUEDE RESUMIR :D CUIDATE TE QUIERO MUCHO