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Gracias a su larga experiencia como docente, el autor ha tenido la posibilidad de estudiar estas problemáticas que afectan a los jóvenes, como consecuencia de una “sociedad tan hostil como la actual”.
“Nuestra sociedad convirtió al joven en un objeto del mercado. A partir del momento que comencé a contar la historia como si yo fuera una joven, comenzaron a surgir naturalmente estos problemas, y yo simplemente los dejé fluir”, comenta Dellutri.
Esa mirada universal de la juventud encuentra un espejo metafórico en la imagen del pez, como lo explica el autor argentino, al ser una mascota un tanto diferente a las tradicionales que suele haber en las casas como lo son los perros y los gatos.
“Con ellos, de alguna manera, no se puede generar ningún vínculo verbal o afectivo (no se pueden acariciar). Es decir, los peces reflejan perfectamente cómo están los dos personajes: no pueden hablar, no reciben el cariño que yo buscaría. Y, en cierta forma, tiene que reconstruir su historia a partir de ahí”, sostiene Dellutri.