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Al oír esto Rubén, intentando salvarlo de sus manos, dijo: -¡No, matarlo, no! Y añadió: -No derraméis su sangre; echadlo en esta cisterna que hay en el desierto, pero no pongáis las manos sobre él. Lo dijo para librarlo de sus manos y devolverlo luego a su padre.
Explicación:
espero te sirva
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isabelmarinosorno:
estás si son respuestas
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