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Algunos beneficios de la improvisación
Ayuda a desarrollar la creatividad y la imaginación. Desde la primera clase se crean historias y situaciones, y al ser 100% prácticas y participativas, todos salen con la creatividad y la imaginación potenciadas.
Ayuda a combatir la vergüenza. Y sabemos de lo que hablamos porque lo hemos vivido en nuestras carnes. Por supuesto, nunca se obliga a nadie a hacer algo que no quiera, pero está demostrado que en una clase de improvisación la vergüenza va desapareciendo poco a poco.
Se trabajan las emociones de una manera más libre y relajada que en teatro. Improvisar un personaje y una situación en el momento no nos deja tiempo al análisis de las emociones. Esto hace que se haga de una manera más relajada y espontánea, con lo que puede resultar más fácil llegar a la verdad del personaje.
Mejora la rapidez de respuesta. En la improvisación no hay lugar a las dudas y eso nos hace actuar sin pensar. Además, respondemos más rápido y sin miedo a equivocarnos. Por lo tanto, actuaremos más desde el impulso que desde el pensamiento (perfecto para personas muy racionales).
Nos ayuda a resolver problemas cotidianos. Mediante situaciones cotidianas aunque ficticias, aprendemos a resolver problemas con sus posibles resultados y esto nos ayuda a trasladarlo a nuestra vida diaria.
Nos da seguridad en nosotros mismos y refuerza la confianza en los demás. Son clases grupales en las que también se realizan ejercicios individuales. Además, durante una improvisación siempre nos ayudamos los unos a los otros cuando lo necesitamos.
Es divertido y antiestrés. Sí, tanto para niños como para adultos es una actividad muy divertida que se aprende mediante juegos.
Nos ayuda a estar presentes en el aquí y el ahora. La improvisación nos exige estar en el momento presente y nos motiva tanto individual como grupalmente.