Porque la influencia de corrientes de pensamiento liberal también había sido una consecuencia del surgimiento del movimiento intelectual? Fundamenta
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Respuesta:
Los orígenes del liberalismo están en las ideas optimistas de la Ilustración y en la concepción individualista de la sociedad. De manera genérica, se apela a la necesidad de los derechos humanos y no a la utilidad propia de la sociedad y del Estado. Algunos autores que ejemplifican el pensamiento liberal son: John Locke (1632-1704), Charles Louis de Secondat y Barón de Montesquieu (1689-1755), François Marie Arouet (1694-1778), más conocido como Voltaire, y Denis Diderot (1713-1784), por mencionar algunos.1
Los principales iniciadores de la Ilustración se hallaban inscritos en el ámbito de la burguesía ascendente, pero sus promotores no fueron solamente capas burguesas. Por un lado, la Ilustración tuvo sus adversarios en determinados sectores de la alta burguesía comercial y, por otro, en ciertos elementos del bajo clero o de la nobleza cortesana. Incluso el propio aparato estatal del despotismo ilustrado (Federico II, Catalina II y José II) la apoyó, aunque en este último caso, como simple instrumento de política internacional.
Empero, el cambio brusco no llegó del todo por la Ilustración, pues sólo la minoría acomodada sabía leer y contaba con el tiempo para hacerlo. La Ilustración fue más reformista que revolucionaria; anhelaba un sistema perfecto, organizado científicamente, regulado por la razón y gobernado por tiranos generosos. La Ilustración quiso reunir todos los conocimientos científicos y hacerlos accesibles a todos los círculos sociales. La filosofía en la Ilustración se conformó con los resultados de la ciencia natural y las doctrinas empiristas de los ingleses. Esto fue la difusión de la parte menos metafísica del cartesianismo y del pensamiento británico. El Diccionario histórico y crítico de Pierre Bayle (1647-1706) y los veintiocho volúmenes de la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios de Denis Diderot (1713-1784) y Jean Le Rond D’Alembert (1717-1783) son un claro ejemplo.2
Las condiciones que surgieron en Inglaterra a mediados del siglo XVII, entre la guerra civil (1642-1651) y la Revolución gloriosa de 1688, formularon argumentos contra el poder absoluto de la monarquía representada por Jacobo II, de 1685 a 1688, y por Guillermo III y María II, de 1689 a 1702. Asimismo, se formularon argumentos contra el poder de la Iglesia y su verdad religiosa, la demanda de tolerancia religiosa a la dominación del protestantismo de origen calvinista y el catolicismo romano.
Durante el mandato de Oliver Cromwell (1599-1658), se presentó el reconocimiento de distintas sectas protestantes: calvinismo, luteranismo y unitarismo. La demanda de tolerancia religiosa y el reclamo de un concepto de comunidad política fundado en el libre acuerdo de sus integrantes, son los argumentos a los que John Locke (1632-1704) recurrió para desarrollar la idea del primer liberalismo inglés.3
La Revolución (1789-1799) le dio a Francia sus primeros inicios de partidos políticos. Napoleón Bonaparte, de acuerdo con la idea plebiscitaria del cesarismo, no había querido partidos. Para él los franceses debían manifestarse unánimemente en el amor a la patria y a su gobierno. La salvaguardia del liberalismo francés está en el supuesto de que los individuos encuentran su reconocimiento, no en la soberanía popular, sino en la extensión de sus límites y en último término, en las garantías políticas frente al soberano, en el monarca o en el pueblo.
La Revolución francesa fue la primera revolución liberal burguesa europea, representa el fin del antiguo régimen, la abolición de la servidumbre y el sistema feudal. El liberalismo francés buscaba desarrollar una apertura del poder del monarca, a través de un nacionalismo centrífugo y de la consolidación de la libertad civil. Se consolidó la libertad política en una carta constitucional, donde se garantizó a todos los ciudadanos sus derechos y obligaciones. Se crearon dos cámaras donde se concedía el derecho a votar los impuestos y a colaborar en la aprobación de leyes. El sufragio se mantuvo como un privilegio para los mayores contribuyentes; el cuerpo electoral era aún limitado.4
La división de poderes estuvo acompañada de las garantías para la libertad de prensa, de expresión y pensamiento. Una garantía más contra el despotismo fue la autonomía provincial y municipal. Para los franceses de la revolución, el poder municipal jugó un papel fundamental en la división tradicional de los poderes públicos.
Con todo, el liberalismo francés ratificó su tradicionalismo con el contacto de una mentalidad racionalista. Después de una crisis revolucionaria sintieron la necesidad de consolidar las conquistas ya ganadas, no de realizar otras nuevas. A finales de 1803, la corriente secundaria o colateral de Juan Bautista Say (1767-1832) influyó en el pensamiento de los economistas franceses. Say difundió las nacientes ideas de la joven ciencia económica. Explicó el declive de la fisiocracia, las bondades del industrialismo y del antiestatismo.5
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