desde que la humanidad es humanidad, la educación –enseñar y aprender–
ha sido presencial. El sabio de la tribu se reunía con los suyos, les daba
lecciones de vida e instrucciones para conseguir cómo alimentarse. Todos se
reunían para verse, oírse, intercambiar, darse apoyo. Siguieron más tarde los
maestros en Oriente. Luego Platón con su academia. Aristóteles con el liceo.
El encuentro de infantes, adolescentes y adultos con el fin de educarse, en
grupos diferentes según la edad, es algo que está inscrito como necesidad
en la naturaleza humana. La educación virtual, en cambio, es un invento
más reciente, una forma de aprendizaje que se nos vino encima.
No estábamos preparados para expandirla en cuestión de semanas, bajo el
azote de la pandemia. No creo que sea la mejor forma de educarse. Es un
instrumento, un apoyo de la presencial, porque los seres humanos queremos
seguir viéndonos, oyéndonos, aprendiendo de manera directa como sucede
hace miles de años. Por eso mismo, la educación virtual, si se realiza bien y
con calidad, es un complemento muy valioso.
Hay al menos cuatro condiciones para lograr que la educación virtual,
mediada por la tecnología informática, tenga la calidad que, a mi parecer,
está fallando en gran medida en esta emergencia : uno, el profesor debe
adquirir conocimientos y habilidades para manejar adecuadamente las
nuevas tecnologías. Eso no cae del cielo, y menos de repente. Dos, el estudiante debe entender y adaptarse
correctamente a esta nueva forma de aprendizaje. No sobra decir que el aula virtual no es trasladable a la
cama. Tres, la metodología de la enseñanza-aprendizaje virtual no es simple transposición de lo que se hace
en una clase presencial. Es otro modelo educativo. No es “cortar y pegar”, mostrar a la cámara, y listo.
Cuatro, las herramientas tecnológicas deben ser de calidad, y a ellas deben tener acceso todos los estudiantes.
Esta última condición es la que menos se cumple. La mayoría no cuenta con dichas herramientas. A este
respecto, no observo políticas públicas ni privadas contundentes, como sería la distribución masiva de
computadores a precios subsidiados o descuentos significativos. En esta emergencia se evidencia la falta de
recursos económicos de la mayoría de la población estudiantil. Ya se están viendo los resultados tras un
mes de educación virtual. Con honrosas excepciones y sin desconocer esfuerzos institucionales, es notoria
la inasistencia a clases virtuales de estudiantes en educación superior; el arrume de tareas entre los de
primaria y secundaria; y lo que más preocupa: demasiados niños encerrados en sus hogares sin poder
compartir con otros niños la alegría de aprender.
cual es la estructura de este articulo
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