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Respuesta:Villegas y Hurtado, [María] Micaela. La Perricholi. Lima (Perú), 28.IX.1748-16.V. 1819. Actriz, amante.
Hija del arequipeño Joseph Villegas y de Teresa Hurtado, criollos, era la mayor de siete hermanos, y debió de trabajar en el teatro desde muy joven, para ayudar a sufragar las necesidades económicas familiares, a pesar de que la profesión teatral era considerada en la época indigna e impropia para una mujer.
Debuta como comparsa y antes de los veinte años figura como actriz en el coliseo de la Comedia. “Y [Miquita] no sólo se impuso en la escena gracias a sus ligeras condescendencias (con el actor José Estacio, con el empresario Bartolomé Massa), sino merced a su versatilidad y su gracia indiscutidas, pues con igual destreza se desempeñaba en la comedia, en el canto y el baile, como tañendo el arpa o la guitarra. Aún dicen las crónicas que recitaba hábilmente ciertas tonadillas de intención picaresca, enderezadas al público masculino, y hubo ocasiones en que la vitorearon y la sacaron del teatro en triunfo” (según Tauro), pero sobre todo logró conquistar el amor del virrey Manuel de Amat y Junient, en el coliseo de la Comedia, probablemente en 1766 (Tauro), con cerca de cincuenta años de diferencia con la edad de la actriz, convirtiéndose en su favorita, mientras que para ella era una gran oportunidad para adquirir riqueza y fama. Tres años más tarde, en 1769, tuvo un hijo de él, que le llamó Manuel, al igual que su padre, y gracias a su protección adquirió “la casa del placer” (según Porras Barrenechea), donde vivió con su familia. En este tiempo, envanecida rasgó el rostro del empresario con el que trabajaba, para castigar los reproches que le dirigió en el transcurso de un ensayo, y la queja del agredido ante el virrey, le autorizó para que la echara del teatro e incluso el propio virrey tomó también medidas, negándole en adelante sus favores, de 1773 y 1775. Pero, más tarde, el 4 de septiembre de 1775 reapareció en escena, mientras que su amante virreinal le animaba a voces con el apelativo cariñoso de Perricholi, que hasta entonces sólo lo había pronunciado en la intimidad, y pronto se extendió este seudónimo por la ciudad. Le obsequió con una quinta en El Prado, con capilla, teatrín (teatro) y amplios jardines, y además construyó un importante paseo de Aguas (que aún permanece en el distrito del Rímac) a poca distancia de la casa de la actriz y amante, que “era la envida de la aristocracia limeña”. Y todo se convirtió en leyenda cuando Amat dejó el gobierno (17 julio 1776) y se embarcó para regresar a España (4 diciembre 1776), se hablaría de sus provocadores paseos ante la aristocracia por la Alameda de los Descalzos y de que acompañaba a caballo al carruaje del virrey por los paseos campestres a Miraflores. Por esto, un viajero de la época, el francés Max Radiguet dirá que “Mariquita, como buena limeña, tomó todo lo que se le ofrecía, y llenó la ciudad de los Reyes con sus fausto insolente y con sus locas prodigalidades. Celosa de vengar en la persona del mayor dignatario del Estado el menosprecio y los insultos con que el orgullo español empapaba a los de su casta, cada favor se convertía en el precio de sus más caprichosas exigencias. Una noche obligó [como capricho de embarazada] a su real [virreinal] amante a bajar, con el más simple de los vestidos (una camisa) hacia la Plaza Mayor a sacar agua de la fuente, la única que en ese momento podía aplacar su sed” (C. P.).
Con el tiempo, “gracias a oportunos arreglos”, adquirió la quinta y el molino situados en la esquina de la Alameda (1781), mientras que dejó definitivamente el escenario para dedicarse al cuidado de su hijo Manuel, y aunque mantuvo un cargo en la dirección de la empresa del teatro limeño, que dejó poco tiempo después, en 1794, para contraer matrimonio con José Vicente Echarri (1795), y sus últimos años de vida los dedicó “a la administración de sus bienes, el hogar y la piedad” (Tauro). Pero, sobre esto último, C. P. señala, en cambio, que Micaela Villegas, mientras que está casada, llega a tener una hija con el coronel de milicias Martín de Armendáriz, que le puso de nombre Manuela, seguramente en recuerdo de quien había sido el gran amor de su vida Manuel de Amat.
Bibl.: A. Tauro (dir.), Diccionario enciclopédico del Perú, Lima, Editorial Mejía Baca, s. f.; VV. AA., Personajes de la Historia de España. Madrid, Espasa Calpe, 1999; C. P., J., “Micaela Villegas y Hurtado” en VV. AA. Grandes forjadores del Perú, Bogotá (Colombia), Lexus Editores, 2001.
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