Para que sirve el ejercicio del poder democratici

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Respuesta dada por: saurimar
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Estamos  viviendo días en los que sobresalen los hechos políticos, en razón del inicio  de un nuevo mandato presidencial. Bien vale que digamos algo más acerca del tema que planteamos la semana anterior. La democracia es, ante todo, un sistema de vida social  en el que deben administrarse y manejarse los conflictos mediante el uso del diálogo, la conciliación, la construcción de acuerdos. Los problemas y conflictos son connaturales a la naturaleza humana, se presentan como resultado de la vida social y expresan distintas posiciones, necesidades, intereses personales y sociales.  No se los puede suprimir por decreto supremo. Debemos aprender a  transformar esos conflictos en oportunidades de cooperación y desarrollo humano. 

William Ury, un experto en el arte de negociar, nos enseña que hay tres modos de resolver un conflicto: sobre la base de los intereses, del derecho y  del poder. En general, es menos costoso y más satisfactorio reconciliar los intereses de las partes, que determinar cuál de ellas tiene el derecho. El proceso más costoso, desde luego, es dilucidar cuál tiene más poder, puesto que generalmente se entrampa en la dicotomía de ganar-perder. Los tres métodos tienen un rol apropiado, pero la cuestión se halla en la proporción en la que se utiliza cada uno de ellos. Dice Ury que  en una sociedad enferma, la mayoría de las disputas se resuelven en base al poder, muchas en función del derecho, y las menos, conforme a los intereses de las personas o de las instituciones.  En cambio, en sociedades saludables, la proporción está invertida: la mayor parte de los conflictos se solucionan conciliando intereses, algunas disputas se saldan por medio del derecho y las menos se resuelven en base al ejercicio del poder.  Se cuenta que el emperador chino Kang Hsi  consideraba que es propio del hombre vulgar caer en pleitos.  Por eso aconsejaba que los tribunales fueran “espantosos, podridos, modelos de mal trato”, para ahuyentar a los litigantes crónicos y desalentar toda forma de enfrentamiento.  Estimulaba sí, a que las partes superaran sus diferencias  a través de acuerdos. 

En vista de lo que sucede a nuestro alrededor, podemos decir que no hemos logrado evolucionar afectivamente para erradicar la violencia en la propia vida, en los núcleos familiares y sociales. Desde la actividad política tampoco se ha incidido positivamente para disminuir los excesos; más bien se los ha propiciado en base a la exigencia de admiración y protagonismo, acumulación de privilegios, violencia verbal en contra de los opositores.  Hagamos votos para que, al fin,  se entienda que el ejercicio del poder democrático significa una gran responsabilidad. Los gobernantes tienen que comprender que la autoridad se cimenta en  la sensatez y en la razón, jamás en el autoritarismo que es un mecanismo de  violencia e inequidad.  

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